La Esperanza en Extraños


Hernán y su hermana Sofía caminaban por el bosque, tomados de la mano. El hambre les retorcía las tripas, pero no sabían qué hacer.

Su papá los había abandonado allí porque no tenía suficiente comida para alimentarlos a todos. -¿Qué vamos a hacer, Hernán? - preguntó Sofía con lágrimas en los ojos. -No lo sé, Sofi- respondió Hernán tratando de mantenerse fuerte para su hermana menor.

Caminaron durante horas hasta que encontraron una pequeña cueva donde podrían pasar la noche. Hernán buscó ramitas secas para encender un fuego mientras Sofía se acurrucaba bajo una manta improvisada que habían encontrado en el camino. De repente, escucharon un ruido extraño fuera de la cueva.

Hernán se levantó y miró hacia afuera con cautela. Vio algo moverse entre los árboles y corrió hacia adentro de la cueva. -¡Sofi! ¡Tenemos que irnos! -exclamó Hernán agarrando a su hermana por la mano.

Los dos salieron corriendo del refugio y comenzaron a correr sin saber exactamente hacia dónde iban. Finalmente llegaron a un pequeño arroyo y se detuvieron para descansar. -Hernán, tengo hambre. - dijo Sofía con voz temblorosa. -Yo también, Sofi- respondió Hernán acariciándole el cabello-.

Pero tenemos que seguir adelante si queremos encontrar algo para comer mañana. Los dos niños continuaron caminando hasta que finalmente llegaron a un pequeño pueblo donde encontraron ayuda en una iglesia local.

Los miembros de la iglesia les proporcionaron comida y ropa nueva, y les ayudaron a encontrar un hogar adoptivo. Hernán y Sofía nunca olvidarían su experiencia en el bosque, pero aprendieron una lección valiosa: que siempre hay esperanza incluso en los momentos más oscuros.

Aprendieron también que la bondad de extraños puede hacer una gran diferencia en sus vidas. Con el tiempo, Hernán se convirtió en un hombre fuerte y cariñoso que dedicó su vida a ayudar a los demás.

Nunca olvidó lo que había pasado en el bosque, pero sabía que había encontrado algo mucho más importante: la familia y el amor verdadero.

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