La Estrella Brillante de Belén



En un rincón especial del mundo, en un pequeño pueblo llamado Belén, todos los animales se reunieron una mañana. Una estrella brillante, más hermosa que cualquier otra, iluminaba el cielo y les hacía sentir que ocurriría algo extraordinario.

Las ovejas, con su lana suave y blanca, se agrupaban en un prado.

"¡Miren esa estrella! ¡Es tan brillante!", exclamó una oveja llamando la atención de sus amigos.

"¿Qué crees que significa?", preguntó otra oveja, con curiosidad en sus ojos.

"Tal vez anuncie un nuevo amanecer", sugirió una vaca, moviendo su cabeza de un lado a otro.

Las vacas se acercaron, dejando que los primeros rayos del sol acariciaran sus pieles.

"Nosotros también queremos saber qué sucede", dijo una vaca amiga de las ovejas.

"¡Sí! ¡Vamos a investigar!", gritaron las ovejas emocionadas.

"Pero, ¿a dónde vamos?", preguntó un burrito que se había acercado para escuchar.

"A la colina más alta", se animó una oveja. "Desde allí veremos mejor la estrella y sabremos qué hacer."

Así, liderando la marcha, los animales decidieron subir juntos hacia la colina. En el camino, se encontraron con un grupo de gallos que empezaban a cantar.

"¿A dónde van tan apurados?", preguntó un gallo con plumas brillantes.

"¡A ver la estrella!", respondieron todos al unísono.

"¡Esperen! ¡Vamos con ustedes!", dijo el gallo más valiente, estirando sus alas.

Caminaron juntos y, al llegar a la cima, quedaron maravillados. La estrella brillaba como nunca, y una suave música parecida a risas y melodías llenaba el aire.

"¿Escuchan eso?", preguntó una vaca, con orejas muy atentas.

"Sí, parece que la estrella nos está hablando", dijo una oveja, parpadeando con sorpresa.

"Tal vez nos está llamando", sugirió el burrito, moviendo su cola inquieto.

En ese momento, algo inesperado sucedió. La estrella lanzó un destello y un pequeño rayo de luz comenzó a descender hacia ellos.

"¡Rápido! ¡Cubran sus ojos!", gritó uno de los gallos asustado. Pero, en vez de ser algo aterrador, la luz los envolvió suavemente.

Cuando abrieron los ojos, ya no estaban en la colina. Se encontraban en un lugar mágico, lleno de colores que nunca habían visto, donde la hierba era más verde y el cielo más azul.

"¿Dónde estamos?", preguntó una vaca, completamente atónita.

"Esto es increíble", dijo una oveja, saltando de alegría.

"Creo que la estrella nos trajo aquí para contarnos algo", afirmo el burrito.

De pronto, apareció una figura luminosa. Era un pequeño duende con alas brillantes.

"Hola, animales de Belén. Soy el Duende de la Estrella".

"¿Qué traes para nosotros?", preguntó el gallo, entusiasmado.

"Vengo a contarles que la amistad y el amor son lo más importante. Esto es un recordatorio para celebrar la unión y ayudar a los demás".

Los animales miraron a su alrededor, comprendiendo la importancia de aquellas palabras.

"¡Eso es!", exclamó una vaca. "Si todos somos amigos, el mundo será mejor".

"¡Sí! ¡Prometamos ser siempre uno solo!", dijo una oveja entusiasmada.

Con el corazón lleno de alegría, los animales decidieron regresar a Belén, llevando consigo el mensaje del duende. Cuando llegaron, la estrella seguía brillando, recordándoles su misión: promover la amistad y la ayuda.

"Juntos podemos construir un lugar más hermoso", dijo el burrito.

"¡Así será!", respondieron todos, dando un fuerte abrazo grupal mientras el sol comenzaba a caer y la estrella seguía iluminando su camino.

Y así, en un pequeño rincón del mundo, los animales de Belén aprendieron que la verdadera magia no provenía de las estrellas, sino de los corazones unidos por la amistad.

FIN.

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