La Estrella Brillante de Belén
En un pueblito hermoso y pequeño llamado Belén, donde las estrellas brillaban con todo su esplendor, sucedió algo muy especial en una noche mágica de diciembre.
Era Nochebuena y los habitantes del pueblo estaban muy emocionados. Las casas estaban adornadas con luces brillantes, y los niños corrían jugando con un sinfín de risas. Entre ellos estaba Lucas, un niño curioso con una gran sonrisa, que siempre buscaba aventuras.
Lucas miró al cielo y vio una estrella que brillaba más que las demás.
"¡Miren! ¡Esa estrella es diferente!" - gritó, señalándola con su pequeño dedo.
Los otros niños se acercaron y asintieron, asombrados.
"Tal vez nos guíe a un tesoro" - dijo Ana, su mejor amiga, con los ojos llenos de ilusión.
"¡Vamos a seguirla!" - propuso Mateo, un niño atrevido del grupo.
Así, decidieron seguir la brillante estrella. Caminando por senderos y callejones, se adentraron en un lugar mágico. De repente, llegaron a una pequeña casa con una puerta de madera y un gran portal. Allí vieron a un burro y una vaca.
"¿Qué está pasando aquí?" - se preguntó Lucas, mirando en todas direcciones.
Los niños se acercaron más y escucharon una melodía suave provenir de adentro.
"Debemos entrar y ver qué hay" - dijo Ana con entusiasmo.
"Pero... ¿y si hay alguien?" - se preocupó Mateo.
Sin dudarlo, Lucas tomó la iniciativa y tocó la puerta.
"Knock, knock" - resonó su pequeño golpecito. La puerta se abrió lentamente y apareció una mujer sonriente.
"¡Hola, niños! Bienvenidos. Soy María. ¿Quieren entrar?" - dijo con amabilidad.
Los niños asintieron emocionados y entraron a la casa. Allí, en un lugar especial, encontraron a un bebé envuelto en mantas, rodeado de amor y ternura.
"¿Es un príncipe?" - preguntó Lucas, con los ojos llenos de asombro.
"Es un regalo muy especial para el mundo" - respondió María, sonriente. "Se llama Jesús. Él traerá esperanza y alegría a muchos corazones".
Los niños miraron al pequeño con admiración y sintieron una calidez en sus corazones.
"¿Cómo podemos ayudar?" - preguntó Ana, sintiendo la emoción.
"Simplemente compartiendo amor y bondad" - dijo María, mientras abrazaba a su bebé.
Fue entonces cuando la estrella en el cielo brilló aún más fuerte, iluminando la habitación.
"¡Mira, la estrella!" - exclamó Mateo. "Es como si nos estuviera diciendo algo".
"Sí, es un recordatorio de que el amor y la bondad siempre deben prevalecer" - dijo María.
Los niños decidieron que esa sería su misión. Salieron de la casa y comenzaron a hablar con todos en el pueblo sobre lo que habían aprendido. Comenzaron a ayudar a sus vecinos, a compartir sonrisas, a ayudar a quien lo necesitara, creando un ambiente de alegría y amor.
Con el tiempo, la pequeña tradición de Belén se fue extendiendo. Ahora, cada Nochebuena, todos los habitantes se reunían a celebrar el amor y la esperanza que había traído el pequeño Jesús en aquella noche mágica.
"¡Feliz Navidad!" - gritaban los niños, tras encender velas junto a sus familias, mirando las estrellas.
Y así, en ese pueblito, la magia de la Navidad siempre fue recordada, gracias a un niño que tuvo el valor de seguir su corazón hacia una estrella brillante.
Fin.
FIN.