La Estrella Brillante y la Luna Consoladora



Había una vez una estrella llamada Lúmina que vivía en el vasto cielo. Desde su lugar elevado, Lúmina observaba a los niños jugar en la tierra. Se reían, saltaban y hacían castillos de arena, mientras ella, triste, deseaba poder unirse a ellos.

Una noche, cuando la tristeza de Lúmina era más profunda que nunca, apareció su amiga la Luna, que iluminaba todo a su alrededor con su plateada luz.

"Hola, Lúmina. ¿Por qué tan triste?" - preguntó la Luna.

"Hola, Luna. Estoy triste porque no puedo jugar con los niños. Me encanta verlos reír y divertirse, pero no puedo estar con ellos" - respondió Lúmina con un suspiro.

La Luna, con su suave voz, le respondió:

"Querida amiga, cada uno tiene su papel en este mundo. Tú puedes iluminar sus noches y ser su guía. Eso es algo muy especial."

Lúmina no estaba del todo convencida.

"Pero no es lo mismo que jugar con ellos. No puedo correr, ni saltar, ni reír junto a ellos."

La Luna sonrió y le dijo:

"Tal vez puedas encontrar otra manera de divertirte. ¿Por qué no intentas hacer que su noche sea un poco más mágica?"

Lúmina comenzó a pensar en lo que la Luna había dicho. Inspirada, decidió que quería brillar más que nunca. Esa noche, hizo un esfuerzo especial por brillar intensamente. Por primera vez, los niños se detuvieron y levantaron la vista hacia el cielo.

"¡Miren! ¡La estrella brilla más que nunca!" - exclamó un niño.

"¡Nunca vi una estrella así!" - dijo otro.

Lúmina, al escuchar sus risas y ver sus sonrisas, sintió un calidez en su corazón. Así, poco a poco, empezó a jugar a ser una estrella mágica. Hizo que un par de nubes suaves aparecieran y con un destello de su luz, hizo que pareciesen figuras divertidas: un gato, un perro, una mariposa.

Los niños, emocionados, comenzaron a identificarlas y a jugar con la luz que les regalaba Lúmina.

"¡Miren! ¡Es un gato!" - gritaba uno, mientras otro decía:

"Yo veo un perrito que juega!"

La noche se llenó de risas, pero no solo de risas. Los niños comenzaron a inventar historias sobre las criaturas que veían en el cielo.

"El gato quiere hacer una carrera con el perro en el cielo, ¡y la mariposa es la jueza!" - dijo una niña.

"¡Sí! Y el que gane se llevará un regalo de la estrella!" - agregó otro.

Lúmina escuchaba todo desde su lugar, sintiendo la alegría que traía su luz. Entonces, llamó nuevamente a la Luna.

"¡Mira, Luna! ¡Están jugando gracias a mí!"

"¿Ves? Solo porque encontraste la forma de brillar, ahora estás jugando con ellos de una manera única" - le contestó su amiga.

Esa noche, Lúmina brilló más que nunca, iluminando el cielo y llenando de magia y alegría las noches de los niños. Desde entonces, Lúmina comprendió que aunque no pudiera estar físicamente con ellos, su luz siempre podría guiar sus sueños e inspirar su imaginación.

Y así, cada noche, Lúmina creaba figuras en el cielo, invitando a los niños a soñar y jugar desde la distancia, llenando sus corazones de magia y alegría. La Luna, siempre a su lado, sonreía orgullosa de su amiga por haber encontrado un propósito en su brillo.

Y así, la estrella y la luna vivieron siempre unidas, con un pacto de nunca dejar que la tristeza dominara sus corazones, creando juntos sueños eternos para aquellos que miran al cielo.

FIN.

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