La Estrella Caída de Mary
Era una noche mágica en el pequeño pueblo de Estrellita, donde Mary siempre se sentaba en su jardín a contemplar el cielo estrellado. Cada estrella brillaba como un tesoro y, para Mary, eran más que simples puntos de luz; eran amigos que la acompañaban en sus sueños.
Una noche, mientras contaba las estrellas, una de ellas comenzó a caer, brillando intensamente en el oscuro cielo.
- ¡Mirá! - gritó Mary, con los ojos abiertos de par en par - ¡una estrella fugaz! ¡Tengo que encontrarla!
Sin pensarlo dos veces, Mary corrió hacia el bosque, donde había visto que la estrella aterrizaba. Cuando llegó, encontró un tenue resplandor que iluminaba un pequeño claro. Al acercarse, se encontró con algo increíble: una hermosa estrella dorada, brillante y reluciente, sin ningún rasguño.
- ¡Hola, hermosa estrella! - dijo Mary, asombrada - ¿qué haces aquí?
Para su sorpresa, la estrella le respondió avecando un brillo aún más intenso.
- ¡Hola, Mary! Soy Lúa, la estrella que ha caído del cielo. He venido a buscar a alguien especial que me ayude a volver a mi hogar.
Mary apenas podía creer lo que estaba escuchando.
- ¡Yo puedo ayudarte! Pero, ¿cómo regresamos?
Lúa le explicó que necesitaban encontrar tres objetos mágicos: el polvo de un arcoíris, el susurro de una nube y una lágrima de felicidad. Así que juntas emprendieron una emocionante aventura por el bosque en busca de los objetos.
Su primera parada fue la colina de los arcoíris. Allí, Mary se dio cuenta de que para obtener el polvo, debía hacer un deseo sincero.
- Quiero que todos los niños sean felices - deseó Mary, con todo su corazón. En ese momento, un hermoso arcoíris apareció en el cielo y Lúa recogió un poco del polvo que caía del arcoíris.
- ¡Lo tenemos! - exclamó Lúa, saltando de alegría.
Luego, se dirigieron hacia la cima de una montaña donde las nubes se encontraban.
- Para conseguir el susurro de una nube, deberás contarle a la nube tu mayor secreto - le indicó Lúa.
- ¡Yo tengo uno! - dijo Mary. - Pero, ¿estás segura de que querrás escucharlo?
- Claro que sí, estoy aquí para ayudarte - respondió Lúa con una sonrisa.
Así que, Mary susurró su secreto a la nube. Para su sorpresa, la nube comenzó a murmurar palabras dulces que Lúa guardó con cuidado.
- ¡Tenemos el segundo objeto! - dijo Lúa, emocionada.
Finalmente, las dos amigas viajaron al jardín de Mary. Allí, Mary recordó que las lágrimas de felicidad son las que se derraman cuando se siente una gran alegría. Así que, pensando en todos los momentos felices que había vivido, Mary dejó caer una lágrima.
- ¡Aquí está! - gritó, mientras Lúa la atrapaba como si fuera una joya.
Con los tres objetos en mano, Lúa tomó una profunda respiración.
- Ahora, sólo falta un último paso para volver a casa. Debo concentrarme y crear un portal con la energía de estos objetos.
Mary ayudó a Lúa a formar un círculo con los objetos y, juntas, comenzaron a recitar una canción mágica. De repente, una brillante luz apareció y un portal se abrió.
- ¡Gracias, Mary! - dijo Lúa, antes de entrar en el portal - Nunca olvidaré nuestra aventura.
- ¡Yo tampoco, Lúa! ¡Siempre seré tu amiga! - respondió Mary, con una sonrisa.
Cuando Lúa desapareció por el portal, Mary se sintió un poco triste, pero también llena de felicidad por haber ayudado a su amiga. Miró al cielo y vio que la estrella que Lúa había dejado en el lugar brillaba con fuerza, como una promesa de que siempre estarían conectadas.
Desde ese día, cada vez que miraba las estrellas, Mary sabía que las amistades sinceras pueden atravesar cualquier distancia. Y su corazón siempre brillaría como el cielo, lleno de sueños y estrellas.
Y así, Mary siguió contemplando el cielo, emocionada por todas las historias que aún le quedaba por descubrir, sabiendo que la magia está en todos los rincones del mundo, sólo hay que buscarla con amor y valentía.
FIN.