La Estrella de la Amistad en Marte
En un planeta rojo, entre las montañas y casitas de colores brillantes, había un club muy especial donde se reunían los niños de la zona para divertirse y aprender juntos.
Este club era conocido como "El Club de las Estrellas", porque cada niño que formaba parte de él brillaba con luz propia. Los niños del club eran muy diversos: algunos tenían la piel verde, otros azul, y también los había con ojos grandes y orejas puntiagudas.
Pero a pesar de sus diferencias físicas, todos se llevaban increíblemente bien y se querían como si fueran hermanos.
Un día, mientras exploraban las cuevas cercanas al club en busca de tesoros escondidos, descubrieron un misterioso mapa que parecía indicar la ubicación de una estrella fugaz que caería pronto en su planeta. Emocionados por la idea de presenciar algo tan especial, decidieron emprender juntos una aventura para encontrarla.
- ¡Chicos! ¡Miren lo que encontramos! -exclamó Luna, la niña con la piel azulada mientras mostraba el mapa a sus amigos. - ¡Increíble! ¿Creen que podamos encontrar la estrella fugaz antes que nadie? -preguntó Sol, el niño con ojos grandes y brillantes.
Con entusiasmo y determinación, los niños del Club de las Estrellas se prepararon para su emocionante búsqueda. Durante días recorrieron valles profundos, bosques encantados y ríos cristalinos siguiendo las pistas del mapa hasta llegar a una montaña altísima donde creían que caería la estrella fugaz.
Pero cuando llegaron a la cima de la montaña después de superar muchos desafíos juntos, no encontraron ninguna estrella fugaz en el cielo rojizo.
En lugar de sentirse decepcionados, los niños miraron a su alrededor y vieron algo aún más maravilloso: el atardecer más hermoso que jamás habían visto. - ¡Miren qué hermoso es el cielo ahora mismo! Aunque no hayamos encontrado la estrella fugaz, este momento es único e inolvidable -dijo Estela con una sonrisa radiante en su rostro amarillo.
Los niños comprendieron entonces que lo importante no era tanto encontrar la estrella fugaz como disfrutar del viaje junto a sus amigos.
Aprendieron que cada experiencia compartida les hacía más fuertes como grupo y les permitía apreciar las pequeñas cosas maravillosas que les regalaba su planeta rojo entre las montañas y casitas cerca.
Desde ese día en adelante, los niños del Club de las Estrellas siguieron reuniéndose para vivir nuevas aventuras juntos y recordar siempre aquel atardecer mágico en lo alto de aquella montaña. Y aunque nunca hallaron la estrella fugaz en el cielo nocturno, sabían que ya tenían algo mucho más valioso: una amistad verdadera capaz de iluminar incluso el lugar más oscuro del universo.
FIN.