La Estrella de la Generosidad


Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, donde todos los habitantes estaban muy emocionados porque se acercaba la Navidad.

En ese lugar vivía un simpático conejito llamado Benito, quien era conocido por su gran corazón y su amor por ayudar a los demás. Un día, mientras paseaba por el bosque, Benito encontró un objeto brillante y misterioso. Era una linda estrella dorada que había caído del cielo.

Sin pensarlo dos veces, decidió llevarla al pueblo para mostrarla a sus amigos. Al llegar a Villa Feliz, Benito se encontró con su amiga Lucía, una dulce osita de peluche.

Al ver la estrella en las manos de Benito, Lucía quedó maravillada y le preguntó qué haría con ella. "¡Hola Benito! ¿Qué es eso tan bonito que tienes ahí?" -preguntó curiosa Lucía. "¡Hola Lucía! Encontré esta estrella brillante en el bosque. No sé qué hacer con ella todavía", respondió Benito.

Lucía sonrió y tuvo una idea maravillosa. "Benito, ¿qué te parece si compartimos esa estrella con todos nuestros amigos? Podríamos hacer algo especial para celebrar la Navidad". Benito se iluminó de alegría ante la propuesta de su amiga.

"¡Eso sería fantástico! ¡Vamos a compartir la estrella con todos!"Juntos fueron casa por casa invitando a cada uno de sus amigos al gran evento navideño que iban a organizar en el centro del pueblo.

Todos aceptaron emocionados y comenzaron a prepararse para la celebración. El día de la fiesta llegó y el centro del pueblo estaba lleno de risas, música y luces brillantes.

Benito y Lucía subieron a una pequeña tarima para dar un mensaje especial a todos los habitantes de Villa Feliz. "¡Hola a todos! ¡Feliz Navidad!" -exclamó Benito con entusiasmo. Los niños y sus padres se agruparon alrededor de ellos, ansiosos por escuchar lo que tenían que decir.

"Hoy queremos compartir algo muy importante con ustedes: el valor de compartir". -dijo Lucía mientras sostenía la estrella dorada en alto. "Esta estrella es hermosa, pero no sería tan especial si solo uno de nosotros la tuviera.

Queremos enseñarles que cuando compartimos las cosas buenas con los demás, nos llenamos aún más de alegría". Todos los presentes asintieron emocionados y aplaudieron el mensaje de Benito y Lucía.

Luego, cada uno tomó un pedacito de papel dorado y escribió una cosa buena que quisieran compartir con alguien más. Podían ser juguetes, abrazos, sonrisas o cualquier otra cosa que hiciera feliz a alguien. Después, colocaron esos papeles en una caja grande junto a la estrella dorada.

La idea era que cada uno pudiera tomar un regalo sorpresa durante la noche como muestra del espíritu navideño. La noche fue mágica. Los niños jugaron juntos, cantaron villancicos y compartieron dulces.

Al finalizar la celebración, cada niño tomó su regalo sorpresa y se despidió con una sonrisa en el rostro. Benito y Lucía se miraron felices al ver cómo todos habían comprendido la importancia de compartir. La estrella dorada, ahora rodeada de pedacitos de papel dorado, brillaba más que nunca.

Desde aquel día, Villa Feliz se convirtió en un lugar donde todos compartían con alegría y generosidad. Y cada Navidad, los niños recordaban aquel maravilloso cuento del conejito Benito y su amiga Lucía, quienes les enseñaron a valorar el poder del compartir.

Y así fue como Benito y Lucía demostraron que cuando compartes tus cosas buenas con los demás, la magia de la Navidad se multiplica en tu corazón.

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