La Estrella de la Navidad



Era una noche mágica en el pueblito de Villanieve, donde la nieve caía suavemente y los niños jugaban emocionados alrededor de los copos que danzaban en el aire. Era diciembre, y la Navidad estaba a la vuelta de la esquina. Todos en el pueblo esperaban la llegada de Papá Noel, pero había algo que todos deseaban aún más: la Estrella de Navidad.

La estrella resplandecía en el cielo cada año, pero esta vez, había desaparecido de su lugar habitual. La pequeña Sofía, una niña curiosa de diez años, decidió que era momento de buscarla.

—¡Vamos, Max! —exclamó Sofía, mirando a su perro de pelaje rizado—. Necesitamos encontrar la estrella.

Max ladró con entusiasmo y juntos se adentraron en el bosque cercano, donde los árboles estaban cubiertos de un manto blanco. Mientras caminaban, Sofía se detuvo para contemplar las huellas en la nieve.

—Mirá, Max —dijo señalando—. Estas huellas son muy grandes. ¿Crees que podrían llevarnos a la estrella?

Max movió la cola, y ella decidió seguir las huellas. Después de unos minutos, llegaron a una cabaña diminuta en medio de la espesura del bosque. La puerta estaba entreabierta y de ella salía una luz titilante. Sofía miró a Max, quien movió la cola con curiosidad.

—Vamos a investigar —susurró Sofía—. ¿Quién sabe qué podríamos encontrar?

Entraron y se encontraron con una anciana de guerrero con un gorro de lana.

—¡Hola, pequeña! —dijo la anciana con una sonrisa—. ¿Qué te trae por aquí en esta fría noche?

—Hola, señora —respondió Sofía, un poco tímida—. Estoy buscando la Estrella de Navidad. Se ha perdido y quiero encontrarla.

—Ah, la Estrella de Navidad —dijo la anciana con nostalgia—. No se ha perdido, pero ha dejado de brillar porque la gente ha olvidado su verdadero significado.

—¿Qué significa? —preguntó Sofía, intrigada.

—La estrella brilla para recordar que la Navidad es tiempo de amor, generosidad y amistad. Nos muestra el camino hacia lo que realmente importa: estar juntos y compartir con los demás. —Dijo la anciana mientras acariciaba a Max—. Ahora, ¿qué te parece si me cuentas un poco sobre tu Navidad? Así quizás podamos traerla de vuelta.

Sofía pensó por un momento y comenzó a hablar sobre cómo cada año su familia cocinaba galletitas, decoraba el árbol y pasaban tiempo juntos.

—También le dejamos un poco de comida a los animales que vienen al patio —añadió con una sonrisa—. Creo que eso es lo que más me gusta.

—Exacto —sonrió la anciana—. Cuando compartimos nuestras alegrías y amamos a los demás, la estrella comienza a brillar nuevamente. Pero debes hacer algo especial esta Navidad.

—¡Claro! ¿Qué debo hacer? —preguntó Sofía con entusiasmo.

—Lo que se te ocurra, pero que venga desde tu corazón. Abre tu puerta a aquellos que necesitan un poco de luz en sus vidas.

Sofía reflexionó durante un momento. Luego dijo:

—¿Y si invito a mis amigos a decorar la plaza del pueblo? Podríamos hacer una gran fiesta, ¡y así todos compartirían juntos!

La anciana sonrió y asintió.

—Esa es una excelente idea. Ve y haz que la Navidad brille de nuevo en tu pueblo.

Sofía y Max agradecieron a la anciana, y tras despedirse, se dirigieron rápidamente de regreso al pueblo. Convocaron a todos sus amigos, quienes estuvieron encantados con la idea. Confiados en que la estrella volvería a brillar, se pusieron manos a la obra.

Día a día, decoraron la plaza con luces de colores, hicieron adornos con papel, y prepararon una estación de galletitas. La emoción crecía, y el espíritu navideño envolvía a todos.

Finalmente, llegó la noche de Navidad. Todos en Villanieve se reunieron en la plaza, y cuando encendieron las luces, una magia extraordinaria llenó el aire. En ese momento, una luz intensa apareció en el cielo: la Estrella de Navidad había regresado.

—¡Mirá, Max! —gritó Sofía—. ¡Lo logramos!

Los habitantes del pueblo miraron al cielo y entendieron que la estrella había vuelto gracias a la unión, la generosidad y el amor compartido en esa noche especial.

Desde aquel entonces, la Estrella de Navidad siempre brilló en Villanieve, y cada año recordaban que lo más importante era estar juntos, compartir y hacer del mundo un lugar lleno de amor.

Y así, Sofía y Max aprendieron que la verdadera magia de la Navidad no solo era la estrella, ¡sino todo lo que hacían juntos!

FIN.

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