La Estrella de la Solidaridad
Era la víspera de Navidad en el pequeño pueblo de Villa Estrellita. Todos los niños estaban emocionados por la llegada de la Navidad. En el centro del pueblo, una enorme estrella brillante colgaba de un árbol gigante, iluminando la noche, y todos los años, los niños hacían un deseo al pasar por debajo de ella.
Entre ellos estaban Leo, una niña muy curiosa, y Tomi, su mejor amigo, que siempre estaba pensando en aventuras.
-Tomi, ¿viste cómo brilla esa estrella? -preguntó Leo, mirando hacia arriba, con los ojos llenos de asombro.-
-Si, es como si nos estuviera llamando a hacer algo especial este año -respondió Tomi, con una sonrisa traviesa.
Esa mañana, decidieron que querían hacer algo diferente. Mientras paseaban por el pueblo, encontraron a la señora Elena, una anciana que vivía sola y siempre les contaba historias de cuando era joven.
-Hola, señora Elena. ¿Cómo está? -saludó Leo.
-Hola, mis pequeños. Estoy bien, gracias. Pero a veces me siento un poco solitaria en estas fiestas -susurró la señora Elena, con un tono nostálgico.
-¡No puede ser! -dijo Tomi, preocupado.-
Los dos amigos se miraron, y juntos hicieron un plan.
-Este año, vamos a hacer una fiesta de Navidad en su casa -propuso Leo entusiasmada.
-¡Sí! Y le diremos a los demás niños del pueblo que vengan. Podremos llevar comida, música y muchas sorpresas -agregó Tomi, con el brillo de la estrella reflejado en sus ojos.
Esa tarde, Leo y Tomi corrieron por todo el pueblo, hablando con sus amigos.
-¡Chicos, tenemos una idea increíble! -exclamó Tomi.-
-¿Qué es? -preguntó Clara, una niña con trenzas.
-Vamos a hacer una fiesta de Navidad en la casa de la señora Elena, para que no se sienta sola -contó Leo, emocionada.
-¡Me encanta! -gritó Mateo, saltando de alegría.-
Todos los niños aceptaron la propuesta y comenzaron a organizar todo. Cada uno trajo algo: galletas, juguetes, adornos para decorar. La magia de la Navidad comenzó a llenar la casa de la señora Elena.
El gran día llegó, y mientras se preparaban, Leo y Tomi subieron al árbol más alto, donde estaba la estrella.
-Tomi, ¿crees que la señora Elena se pondrá feliz? -preguntó Leo, un poco nerviosa.
-Creo que sí. Además, estamos haciendo algo muy importante: ¡solidaridad! -respondió Tomi, dándole un guiño.
Finalmente, llegó la noche de la celebración. La casa se llenó de risas, música y el aroma de la comida deliciosa. Cuando la señora Elena llegó a su casa, se quedó boquiabierta al ver a todos los niños.
-¡Sorpresa! -gritaron al unísono.
-Oh, ¡qué maravilloso! -exclamó la señora Elena, con lágrimas de felicidad en sus ojos.- No sabía que hacían esto por mí. ¡Gracias, chicos!
La fiesta fue un éxito. Jugaron, cantaron villancicos, compartieron historias y, sobre todo, la señora Elena se sintió querida y rodeada de alegría. Leo y Tomi sonrieron al ver que la estrella de la solidaridad iluminaba sus corazones.
-¿Vieron? La estrella nos guió a hacer algo especial -dijo Leo, mirando hacia arriba.
-Sí, y el verdadero espíritu de la Navidad está en ayudar a los demás -contestó Tomi, muy contento.
Cuando la fiesta terminó, todos los niños se despidieron de la señora Elena, prometiendo volver todos los años. La señora les regaló a los niños un pequeño adorno para recordar la noche mágica.
-Yo les regalo mi mejor recuerdo -dijo la señora Elena, sonriendo.- Este adorno representa la estrella de la solidaridad que creamos juntos.
Desde ese año, cada Navidad, los niños de Villa Estrellita se reunían en casa de la señora Elena, bajo la misma estrella brillante, recordando que la verdadera magia de la Navidad estaba en compartir y cuidar de los demás. Y así, la estrella de la solidaridad siguió iluminando sus caminos, llenando sus corazones de amor y amistades para toda la vida.
FIN.