La estrella de la valentía


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Alegría, un niño llamado Tomás. Tomás era un niño muy curioso y siempre estaba buscando aventuras.

Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, vio algo brillante entre los árboles. Se acercó corriendo y descubrió que era una estrella fugaz. Tomás decidió llamar a la estrella Samael y se convirtieron en los mejores amigos.

Cada noche, antes de dormir, Tomás le contaba a Samael todas sus alegrías y preocupaciones del día. Y cada noche, Samael brillaba más fuerte para mostrarle su apoyo. Un día, cuando Tomás fue al colegio, notó que su amiga Ana estaba triste.

Le preguntó qué le pasaba y Ana le confesó que tenía miedo de hacer una presentación frente a toda la clase porque pensaba que nadie iba a escucharla. Tomás sabía cómo se sentía Ana porque él también había sentido ese miedo antes. Entonces decidió ayudarla.

Esa tarde, después de clases, Tomás llevó a Ana al bosque donde había encontrado a Samael. —"Ana" , dijo Tomás emocionado "-Quiero presentarte a mi amiga Samael". Ana miró sorprendida hacia arriba y vio la estrella brillando en el cielo oscuro.

Una sonrisa apareció en su rostro mientras exclamaba: "¡Es hermosa!". Tomás explicó: "Samael es mi estrellita de luz y siempre me ayuda cuando tengo miedo o estoy triste".

Luego les pidió a ambos que cerraran los ojos y pidieran un deseo. Ana cerró los ojos con fuerza y deseó tener la confianza para hacer su presentación. Samael escuchó el deseo en silencio mientras brillaba intensamente.

Al día siguiente, Ana se paró frente a toda la clase para hacer su presentación. Miró hacia arriba y recordó el brillo de Samael en el cielo. Sintió una energía especial recorriendo su cuerpo mientras hablaba con seguridad y claridad.

Los compañeros de clase de Ana quedaron asombrados por su presentación. Todos aplaudieron emocionados al finalizar. Ana estaba llena de alegría y agradecimiento hacia Tomás y Samael. A partir de ese día, Tomás, Ana y Samael formaron un equipo inseparable.

Juntos, ayudaron a otros niños del colegio que también tenían miedos e inseguridades. Cada vez que alguien necesitaba valor, confianza o apoyo, ahí estaban ellos para iluminarles el camino.

Con el tiempo, las personas del pueblo comenzaron a notar la luz especial que emanaba de estos tres amigos. La gente se sentía inspirada por su valentía y generosidad. Un día, durante una noche estrellada, todos los habitantes del pueblo se reunieron en el bosque para celebrar a Tomás, Ana y Samael.

Los aplaudieron mientras ellos sonreían desde lo alto del escenario improvisado entre los árboles. —"Gracias" , dijo Tomás emocionado "-Gracias por creer en nosotros". Samael brilló más fuerte que nunca antes mientras la multitud vitoreaba emocionada.

Esa noche quedó marcada en la memoria de todos como la noche en que la amistad, el valor y la generosidad iluminaron sus vidas.

Desde aquel día, cada vez que alguien necesitaba un poco de esperanza o coraje, solo tenía que mirar al cielo y encontrar a Samael brillando con fuerza. Su estrellita de luz siempre estaría allí para recordarles que nunca están solos y que juntos pueden enfrentar cualquier desafío.

Y así, Samael se convirtió en el símbolo del amor y la valentía en el pueblo de Alegría. Una pequeña estrella fugaz que iluminaba los corazones de todos con su brillo especial.

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