La estrella de Luna


que en un pequeño pueblo llamado Esperanza, vivía una niña llamada Luna. Luna era una niña muy curiosa y soñadora, siempre buscando aprender cosas nuevas y descubrir el mundo que la rodeaba.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, Luna encontró una carta de tarot tirada en el suelo. La carta mostraba una hermosa estrella brillante en medio de un cielo oscuro.

Intrigada por la imagen, decidió llevarla a casa y mostrarla a su abuelo. El abuelo de Luna era un sabio anciano que conocía los secretos del universo. Al ver la carta de la estrella, sonrió y le dijo: "Luna, esta carta es muy especial.

Representa nuestros sueños y deseos más profundos". Le explicó que cada persona tiene sus propias estrellas guías que les ayudan a alcanzar sus metas. Luna quedó fascinada con esa idea y decidió buscar su propia estrella guía. Así comenzó su aventura para encontrarla.

Recorrió montañas altas, cruzó ríos caudalosos e exploró cuevas oscuras sin rendirse nunca.

En su camino se encontró con diferentes personajes que necesitaban ayuda: un pájaro herido atrapado en una red, un conejo perdido sin saber cómo volver a casa y una flor marchita sedienta de agua. Luna no dudó en ayudarlos a todos, sabiendo que cada acto de bondad acercaría aún más a encontrar su estrella guía.

Después de mucho tiempo recorriendo caminos desconocidos, Luna llegó al borde de un precipicio. Miró hacia abajo y vio un río caudaloso que bloqueaba su camino hacia adelante. Sin embargo, no se dio por vencida.

Recordando las palabras de su abuelo, cerró los ojos y pidió a su estrella guía que la ayudara. De repente, una hermosa estrella brillante apareció en el cielo nocturno. Luna sintió una fuerza dentro de ella y saltó al vacío.

Para su sorpresa, flotó en el aire como si tuviera alas. La estrella la guió con seguridad hasta el otro lado del río. Luna finalmente encontró lo que tanto había buscado: una cueva mágica donde todas las estrellas guías se reunían.

Cada una brillaba intensamente, esperando ser elegida por alguien especial. Sin embargo, Luna no eligió ninguna de esas estrellas para sí misma.

En cambio, decidió compartir su hallazgo con todos aquellos a quienes había ayudado en su camino: el pájaro herido, el conejo perdido y la flor marchita. Las estrellas comenzaron a brillar aún más fuerte cuando Luna les explicó cómo habían sido parte fundamental de su aventura y cómo sus actos de bondad habían hecho posible encontrar ese lugar mágico.

Desde ese día, Luna se convirtió en la guardiana de las estrellas guías del pueblo de Esperanza. Ayudaba a los demás a encontrar sus propias estrellas y recordaba siempre que cada pequeño acto puede hacer una gran diferencia en la vida de alguien más.

Y así fue como Luna aprendió que los sueños pueden alcanzarse si uno cree en sí mismo y ayuda a los demás en el camino hacia ellos.

Porque, como decía su abuelo, "las estrellas brillan más cuando se comparten con amor y generosidad". Y así, Luna siguió iluminando el camino de los demás con el brillo de su estrella guía, llevando esperanza y alegría a todos aquellos que la rodeaban.

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