La estrella del baloncesto


Martina era una niña de 11 años muy activa y deportista. Desde pequeña, siempre le gustó correr, saltar y jugar al aire libre. Pero había un deporte en particular que llamaba su atención: el baloncesto.

Un día, Martina decidió unirse al equipo de baloncesto de su escuela. Estaba emocionada por aprender nuevas habilidades y formar parte de un equipo.

Sin embargo, a medida que se acercaba la fecha de su primer partido, los nervios comenzaron a invadir su mente. "¿Y si no juego bien?", pensaba Martina mientras daba vueltas en su habitación. "¿Y si me equivoco o fallo algún tiro? ¡Qué vergüenza sería!"Martina sabía que necesitaba superar sus miedos antes del gran día.

Decidió hablar con su entrenador, el señor González, quien siempre estaba dispuesto a ayudarla. "Señor González", dijo Martina tímidamente mientras se acercaba a él durante el entrenamiento. "Estoy muy nerviosa por mi primer partido.

No quiero decepcionar al equipo. "El señor González sonrió amablemente y colocó una mano reconfortante sobre el hombro de Martina. "Entiendo cómo te sientes, Martina", respondió el señor González con calma. "Todos nos ponemos nerviosos antes de un desafío importante.

Pero recuerda algo: lo más importante es divertirte y hacer tu mejor esfuerzo". Las palabras del señor González resonaron en la mente de Martina durante toda la semana previa al partido.

Se repitió a sí misma que debía disfrutar del juego y dar lo mejor de sí misma sin importar el resultado. Finalmente, llegó el día del partido. El gimnasio estaba lleno de personas animando a los equipos.

Martina se puso su uniforme con orgullo y se unió a sus compañeros en la cancha. El primer cuarto fue emocionante pero también desafiante para Martina. Cometió algunos errores y falló algunos tiros, pero no permitió que eso la desanimara.

Recordó las palabras del señor González y siguió jugando con pasión y determinación. A medida que avanzaba el juego, Martina comenzó a sentirse más segura de sí misma. Sus habilidades mejoraron e incluso logró anotar algunos puntos para su equipo.

La adrenalina recorría su cuerpo mientras corría por la cancha, disfrutando cada momento. Al final del partido, el equipo de Martina ganó por un estrecho margen.

Todos los jugadores estaban emocionados y felices por el resultado, pero lo más importante era cómo habían trabajado juntos como equipo. El señor González se acercó a Martina después del partido y le dio una palmada en la espalda. "¡Lo hiciste genial!", exclamó él con entusiasmo. "Estoy muy orgulloso de ti, Martina".

Martina sonrió ampliamente mientras abrazaba su trofeo al jugador más valioso del partido. Había superado sus miedos y demostrado que podía enfrentar cualquier desafío si creía en sí misma. Desde ese día, Martina continuó practicando baloncesto con pasión y dedicación.

Aprendió que los nervios eran normales antes de un juego importante, pero nunca debían controlarla.

Martina se convirtió en una inspiración para otros niños que compartían su amor por el deporte, enseñándoles que el trabajo duro y la confianza en uno mismo pueden llevarlos lejos. Y así, Martina siguió jugando al baloncesto, enfrentando nuevos desafíos con valentía y siempre recordando que lo más importante era disfrutar del juego y dar lo mejor de sí misma.

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