La estrella del básquet universitario


Érase una vez en la ciudad de Buenos Aires, vivía Camila, una chica universitaria muy especial. Por las mañanas, se despertaba temprano y después de desayunar con su familia, se preparaba para ir a la universidad.

Camila estudiaba para ser profesora de educación física y le encantaba enseñar a los niños a jugar al básquet. Todos los días, después de sus clases en la universidad, Camila se dirigía al colegio donde hacía sus prácticas como profesora.

Los niños la adoraban por su alegría y paciencia al enseñarles nuevos juegos y deportes. "-¡Vamos chicos, hoy vamos a practicar pases y tiros al aro! ¡A divertirse jugando al básquet!", les decía entusiasmada.

Pero la vida de Camila no terminaba ahí. Por las tardes, después de dar clases en el colegio, se iba directo al club donde entrenaba con su equipo de básquet.

Era la base del equipo y todos contaban con ella para ganar los partidos importantes. A pesar del cansancio acumulado durante el día, Camila ponía todo su esfuerzo y pasión en cada entrenamiento.

Una tarde soleada, mientras entrenaban duro para un torneo importante, el entrenador les anunció que una jugadora estaba lesionada y no podría participar en el partido decisivo del campeonato.

Todos se miraron preocupados hasta que el entrenador dijo: "-Camila, ¿te animás a ocupar su lugar? Sé que es mucho pedirte después de tus largos días pero confiamos en tu talento". Camila sintió mariposas en el estómago ante semejante desafío pero recordó todas las veces que había superado obstáculos gracias a su esfuerzo y dedicación.

Con determinación en sus ojos respondió: "¡Claro que sí! Daré lo mejor de mí". El día del partido llegó y todos estaban nerviosos. El marcador estaba parejo cuando faltaban solo unos minutos para que termine el partido.

En un momento clave, Camila tomó la pelota y con un último esfuerzo lanzó un triple increíble que les dio la victoria a su equipo. Todos corrieron hacia ella para felicitarla por ese tiro tan espectacular.

El entrenador se acercó emocionado y le dijo: "-¡Eres increíble Camila! Has demostrado que con trabajo duro y perseverancia se pueden lograr grandes cosas". Desde ese día, todos en la ciudad conocían la historia de esa chica universitaria que era profe durante el día y jugadora estrella de básquet por las tardes.

Y aunque tenía una rutina agotadora, Camila nunca dejaba de sonreír ni perder las ganas de seguir adelante persiguiendo sus sueños.

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