La Estrella del Cielo



Había una vez un niño llamado Lucas que vivía en un orfanato en una pequeña ciudad de Argentina. Desde que tenía memoria, siempre había sentido un vacío en su corazón. Era un niño curioso, lleno de energía y sueños, pero a menudo se preguntaba por qué no tenía una familia propia. A pesar de eso, se esforzaba por ser feliz junto a los otros chicos del orfanato.

Un día, mientras jugaba en el jardín, un ave de color brillante se posó en la rama de un árbol cercano. Lucas se quedó maravillado por su belleza y se acercó lentamente.

"Hola, pequeña ave. ¿Por qué eres tan hermosa?" - le dijo Lucas.

Para su sorpresa, el ave le respondió:

"Porque soy la estrella del cielo, y he venido a recordarte que tu felicidad está en tu interior. Aunque ahora no lo veas, hay un lugar especial para vos en este mundo."

Intrigado por la respuesta de la ave, Lucas se sintió animado y decidió no rendirse. Pasaron los días y el ave seguía visitándolo, siempre trayendo consigo un mensaje de esperanza.

Un día, un matrimonio llegó al orfanato en busca de un niño que pudiera llenar su hogar de amor. Al ver a Lucas, su corazón se conmovió, y sintieron que era él quien debía ir con ellos.

"¿Te gustaría ser parte de nuestra familia?" - le preguntó la señora, con una sonrisa.

Lucas no podía creerlo.

"¿De verdad?" - preguntó, con los ojos llenos de lágrimas.

"Sí, de verdad. Queremos que seas nuestro hijo."

Emocionato, Lucas aceptó. Sin embargo, mudarse a una nueva casa no fue tan fácil como pensaba. Al principio, se sentía raro y extrañaba a los otros niños del orfanato. Una noche, mientras miraba por la ventana, la estrella del cielo apareció nuevamente.

"Lucas, ¿qué te pasa?" - inquirió el ave.

"No sé si podré adaptarme a esta nueva vida. A veces, siento que no encajo aquí..." - confesó Lucas, con tristeza.

"Cada cambio trae un desafío, pero también una oportunidad. Debes ser valiente y abrir tu corazón. Recuerda que tienes una familia que te ama."

Con esas palabras resonando en su mente, Lucas decidió hacer un esfuerzo. Comenzó a conocer a su nueva familia, y poco a poco fue encontrando su lugar. Ayudó a preparar la cena, jugó con su nuevo hermanito y aprendió a compartir momentos de alegría.

Sin embargo, no todo era perfecto. Un día, una tormenta violenta azotó la casa, y Lucas, asustado, se escondió en su habitación.

"¿Dónde estás, Lucas?" - llamó su madre, al buscarlo por la casa.

"Estoy aquí, pero tengo miedo..." - respondió Lucas, temblando.

"Es normal tener miedo a veces, pero yo estoy aquí contigo. Vamos a superar esto juntos. ¿Querés que contemos una historia?" - propuso su madre, acercándose.

Lucas asintió, sintiéndose un poco más seguro. Juntos, comenzaron a inventar historias llenas de dragones y aventuras, risa y valentía. En ese momento, Lucas comprendió que ya no estaba solo.

Con el tiempo, Lucas comenzó a entender que aunque había tenido un comienzo difícil, su nuevo hogar estaba lleno de amor. Las visitas de la estrella del cielo se hicieron menos frecuentes, pero siempre que Lucas tenía un momento de duda, recordaba sus palabras y hallaba la fuerza dentro de sí mismo.

Finalmente, al cumplir diez años, Lucas se sintió listo para compartir su historia con otros. Comenzó a trabajar como voluntario en el orfanato donde había vivido, utilizando su experiencia para ayudar a otros niños en situaciones similares.

"Nunca pierdan la esperanza. Tienen un lugar en el mundo, aunque a veces parezca oscuro," - les decía con una sonrisa brillante y los ojos llenos de sueños.

Y así, Lucas se convirtió en un faro de luz para otros niños, recordándoles que, a pesar de las dificultades, siempre hay un rayo de esperanza esperando brillar.

Y cada vez que miraba al cielo estrellado, recordaba a su amiga, la estrella del cielo, que lo había guiado hacia su verdadero hogar, lleno de amor y risas.

"Aunque la vida a veces pueda ser difícil, siempre hay un camino hacia la luz. Nunca dejen de soñar," - decía mientras sonreía al mirar a los niños.

Y así, Lucas siguió su viaje, como un niño adoptado, pero sobre todo, como un niño que aprendió a brillar.

FIN.

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