La estrella guía


Había una vez un niño llamado Nico, quien tenía 3 añitos. Desde que era muy pequeñito, le encantaba mirar las estrellas en el cielo cada noche junto a sus papitos.

"¡Papá, mamá! ¡Vamos a ver las estrellas!", exclamaba emocionado Nico todas las noches. Sus papitos siempre accedían a su pedido y salían juntos al patio de su casa. No tenían un telescopio, pero eso no importaba para ellos.

Con solo sus ojitos, podían disfrutar de la belleza del universo. Una noche, mientras observaban el cielo lleno de estrellas brillantes, Nico notó algo diferente. Había una estrella más grande y más brillante que todas las demás.

"¡Miren esa estrella tan hermosa!", dijo Nico señalando hacia arriba. Sus papitos también quedaron sorprendidos por la estrella tan especial que habían descubierto. "¿Sabes qué, Nico? Esa es la Estrella Guía", explicó su mamá con ternura. "Dicen que nos indica el camino cuando estamos perdidos".

Nico quedó maravillado con esa historia y decidió hacerle un pedido a la Estrella Guía antes de irse a dormir. "Estrellita mágica, quiero ser como tú cuando sea grande. Quiero ayudar a las personas perdidas a encontrar su camino".

La Estrella Guía escuchó atentamente el deseo de Nico y decidió concederle ese poder especial. Durante toda la noche, mientras él dormía plácidamente en su cama, recibió un regalo muy especial: la capacidad de guiar a los demás hacia la felicidad.

Al despertar, Nico no sabía que había recibido ese poder. Pero algo en su corazón lo impulsaba a ayudar a los demás. Así que decidió comenzar por su propia familia.

"¡Papá, mamá! Hoy quiero hacerles el desayuno", exclamó Nico con alegría. Sus papitos se sorprendieron gratamente y aceptaron encantados la propuesta de Nico. Juntos prepararon un delicioso desayuno y disfrutaron de un momento especial en familia.

A partir de ese día, Nico continuó buscando maneras de ayudar a los demás. Ayudaba a sus amiguitos en el jardín de infantes cuando estaban tristes o perdidos, compartía sus juguetes con aquellos que no tenían ninguno y siempre estaba dispuesto a escuchar y brindar una sonrisa reconfortante.

Con el tiempo, la fama de Nico como "El niño guía" se fue extendiendo por todo el vecindario. Las personas acudían a él en busca de consejo y dirección cuando se sentían perdidas o tristes.

Un día, mientras caminaba por el parque, Nico notó a una niñita llorando desconsolada bajo un árbol. Se acercó corriendo hacia ella para consolarla. "¿Qué te pasa? ¿Estás perdida?", preguntó Nico con preocupación.

La pequeña niñita explicó que se había separado accidentalmente de su mamá y estaba muy asustada. Sin dudarlo un segundo, Nico tomó la mano de la niñita y le aseguró:"Tranquila, yo te voy a ayudar".

Guiado por su instinto y su poder especial, Nico llevó a la niñita de regreso al lugar donde se encontraba su mamá. La alegría y el alivio inundaron el rostro de ambos cuando se reunieron.

La mamá de la niñita estaba tan agradecida que decidió llevar a Nico y a sus papitos a un observatorio astronómico. Allí, pudieron ver las estrellas más cerca que nunca antes. "Nico, gracias por haberme ayudado a encontrar a mi hija", dijo la mamá emocionada. "Eres un verdadero guía para todos nosotros". Nico sonrió con orgullo y felicidad.

Sabía que había cumplido su deseo de ayudar a los demás como lo hacía la Estrella Guía en el cielo todas las noches.

Desde ese día, Nico siguió siendo un niño feliz cada vez que llegaba la noche porque sabía que siempre podría contar con sus ojitos para ver las estrellas y con su corazón para guiar a aquellos que lo necesitaran.

Y así, Nico continuó iluminando el mundo con su amor y bondad, recordándonos que todos podemos ser guías en la vida de alguien si estamos dispuestos a abrir nuestros ojos y nuestros corazones.

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