La estrella mágica de Lucía



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Lucía. Lucía era muy especial, ya que era sordociega.

No podía ver ni oír como la mayoría de las personas, pero eso no le impedía disfrutar de la vida y soñar en grande. Un día, mientras caminaba por el campo junto a su perro guía Maxi, Lucía levantó su mano y sintió algo cálido y brillante.

Era una estrella que había caído del cielo y se había convertido en polvo mágico. Lucía sonrió emocionada y decidió guardar ese polvo en un frasco para usarlo cuando lo necesitara.

Desde aquel día, cada noche antes de dormir, Lucía sacaba el frasco con el polvo mágico y hacía un deseo mientras lo esparcía al viento. Soñaba con poder ver los colores del arcoíris y escuchar los cantos de los pájaros.

Un día soleado, mientras jugaba en el jardín con Maxi, Lucía sintió una brisa suave acariciar su rostro. De repente, comenzó a escuchar música proveniente del fondo del jardín. Se levantó emocionada y siguió el sonido hasta llegar a un árbol gigante.

Al acercarse al árbol, descubrió que estaba lleno de estrellas brillantes que emitían hermosas melodías. Una de ellas se destacaba por encima de todas las demás: era la estrella más grande y radiante que jamás había visto. Lucía extendió sus manos hacia la estrella e intentó tocarla.

Para su sorpresa, la estrella respondió y comenzó a moverse. La estrella se convirtió en una hermosa mariposa de colores brillantes que danzaba alrededor de Lucía. "Hola, Lucía", dijo la mariposa con una voz suave y melodiosa.

Lucía no podía creer lo que estaba pasando. Nunca había escuchado una voz tan hermosa antes. "¿Eres tú, la estrella?", preguntó emocionada Lucía. "Sí, soy yo", respondió la mariposa. "He venido a concederte un deseo especial".

Lucía cerró sus ojos y pensó en todo lo que siempre había deseado: ver los colores del arcoíris, escuchar el canto de los pájaros y poder comunicarse con las personas sin dificultad. Cuando abrió sus ojos, Lucía se dio cuenta de que algo había cambiado.

Podía ver los colores vibrantes del jardín y escuchar el dulce canto de los pájaros. Maxi ladró emocionado mientras saltaba alrededor de ella. Parecía comprender que algo mágico acababa de suceder.

Desde ese día, Lucía descubrió un nuevo mundo lleno de posibilidades. Aprendió a leer braille para poder disfrutar de libros y cuentos como cualquier otro niño. También aprendió el lenguaje de signos para comunicarse con otras personas sordas como ella.

Con el tiempo, Lucía se convirtió en una gran defensora de las personas con discapacidades visuales y auditivas. Viajó por todo el país compartiendo su historia e inspirando a otros a perseguir sus sueños sin importar las dificultades.

Y así, gracias a la magia de una estrella sordociega y al poder de los deseos, Lucía demostró que no hay barreras insuperables cuando se tiene el coraje y la determinación para enfrentarlas.

Su historia nos enseña que todos somos capaces de brillar con nuestra propia luz, sin importar nuestras limitaciones.

FIN.

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