La estrella marina amiga
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivían varios animales de diferentes especies. Había conejos, osos, tortugas y hasta flamencos. Cada uno de ellos tenía características únicas que los hacían especiales.
En el bosque cercano a Villa Esperanza vivía un zorro llamado Max. Max era muy inteligente y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Sin embargo, tenía una característica diferente a los demás animales: su cola era más corta de lo normal.
Un día, mientras exploraba el bosque, Max se encontró con un grupo de animales que estaban jugando juntos. Había conejos saltando por todos lados y osos jugando al escondite entre los árboles altos.
Max decidió acercarse y unirse a la diversión. "¡Hola! ¿Puedo jugar con ustedes?"- preguntó emocionado. Los conejos miraron hacia abajo y vieron la cola corta del zorro. Se rieron y dijeron:"¡Claro que no! Tu cola es demasiado corta para jugar con nosotros".
Max se sintió triste al escuchar esto, pero no dejó que eso lo detuviera. Siguió caminando por el bosque hasta encontrar a una tortuga llamada Tomás. "Hola Tomás", saludó Max.
"¿Quieres jugar conmigo?"Tomás miró la cola corta del zorro y dijo:"Lo siento, pero no puedo correr tan rápido como tú". Max estaba cada vez más desanimado porque nadie quería aceptarlo tal como era. Pero decidió seguir buscando amigos en el bosque.
Finalmente, llegó al lago donde estaban los flamencos. Max se acercó con cautela y les preguntó si podía unirse a ellos. "¡Oh, no!" - exclamaron los flamencos al ver la cola corta de Max. "No podemos volar tan bajo como tú".
Max estaba a punto de rendirse cuando vio algo brillante en el agua del lago. Se acercó y descubrió que era una estrella marina. "¿Hola?", dijo Max tímidamente. "¿Puedes jugar conmigo?"La estrella marina miró al zorro y sonrió.
"¡Por supuesto! Me encantaría jugar contigo", respondió amablemente. Max se sintió feliz y emocionado al encontrar a alguien que lo aceptara tal como era. Juntos, jugaron juegos divertidos en el bosque y se convirtieron en grandes amigos.
Mientras tanto, los demás animales observaban desde lejos cómo Max disfrutaba de la compañía de la estrella marina. Se dieron cuenta de que habían cometido un error al juzgarlo por su apariencia.
Uno por uno, los conejos, osos y flamencos se acercaron a Max para disculparse por haberlo rechazado antes. Aprendieron la importancia de aceptar a los demás tal como son, sin importar sus diferencias.
Desde ese día, todos los animales en Villa Esperanza aprendieron a valorar la diversidad y a aceptarse mutuamente. Ya no importaba si eran altos o bajitos, rápidos o lentos; todos eran amigos y disfrutaban juntos de las aventuras en el bosque.
Y así fue como Max enseñó una valiosa lección a todos en Villa Esperanza: que aceptar al otro en la diversidad hace del mundo un lugar mucho más hermoso y divertido para vivir.
FIN.