La Estrella que Quería Ayudar
Una cálida noche, en un pequeño pueblo rodeado de hermosos paisajes y ríos cristalinos, una estrella fugaz surcaba el cielo. Su nombre era Lumina, y era conocida por su brillante luz que iluminaba las noches más oscuras. Sin embargo, esta vez, mientras volaba rauda hacia el infinito, Lumina notó algo extraño. El planeta azul, la Tierra, parecía estar enfermo.
Lumina, inquieta y preocupada, se detuvo en su camino. Desde la gran distancia, vio ríos llenos de basura, árboles marchitos y cielos grises.
"¡Oh, no! ¿Qué le ha pasado a este hermoso mundo?" - exclamó Lumina, mientras se acercaba más a la Tierra.
Bajó lentamente, convirtiéndose en un hermoso destello en el cielo nocturno. Decidió que era hora de hacer algo. "No puedo quedarme de brazos cruzados mientras la Tierra se pone peor. ¡Debo ayudarla!"
Lumina comenzó su misión de hacer que los humanos se dieran cuenta de los problemas que enfrentaba su planeta. Primero, decidió visitar un parque donde había muchas familias disfrutando de un día soleado.
"¿Qué tal, humanos?" - dijo Lumina, brillando intensamente. Las personas miraron hacia arriba, atónitas.
"Soy Lumina, la estrella fugaz, y he venido a hablarles sobre la salud de la Tierra. ¡Tienen que escucharme!"
Los niños, emocionados por ver a una estrella fugaz tan de cerca, comenzaron a acercarse. Una niña llamada Clara, con un tierno vestido azul, preguntó:
"¿Por qué estás aquí, Lumina?"
"He visto cómo están dañando su hogar. La Tierra llora y necesita ayuda. Algunos ríos están muy contaminados y los árboles necesitan ser cuidados. Ustedes pueden hacer algo, ¡cada pequeño gesto cuenta!"
Clara miró a su alrededor y vio la basura tirada en el suelo. Ella tomó la mano de su hermano y dijo:
"Debemos limpiar el parque. Lumina tiene razón."
Pronto, todos los niños se unieron a Clara y comenzaron a recoger la basura. Los adultos se sumaron, movidos por la energía de los pequeños.
Después de un rato, el parque estaba reluciente. Lumina sonrió, pero sabía que había mucho más por hacer.
"¡Esto es increíble! Ahora, ¡vamos a concientizar a más personas!" - dijo con entusiasmo.
Lumina extendió sus brillantes alas de luz y voló hacia una fábrica cercana donde se notaba humo denso.
"¡Hola, trabajadores de la fábrica!" - grito Lumina. La gente miró confundida, pero Lumina seguía adelante. "Su trabajo es importante, pero también lo es cuidar del aire que respiramos. ¿No podrían buscar formas de hacer su trabajo sin contaminar?"
Un joven ingeniero llamado Mateo se sintió conmovido por las palabras de Lumina. "Tal vez podríamos utilizar tecnología limpia, y así minimizar el impacto en el medio ambiente. ¡Es una gran idea!"
Y así, Lumina fue llenando de esperanza los corazones de todos. Recorrió cada rincón del pueblo: las plazas, las escuelas, hasta los pequeños comercios. Cada intervención de Lumina hacía que las personas reflexionaran sobre sus acciones y cómo podían cambiar su día a día para cuidar el planeta.
Los días pasaron y Lumina se dio cuenta de que, aunque había logrado mucho, el trabajo no había terminado. Sabía que debía inspirar a otros para que continuaran cuidando de la Tierra.
Una noche, decidió organizar una gran celebración para todo el pueblo. "¡Vengan todos! Celebremos nuestra hermosa Tierra y prometamos cuidarla juntos."
El día de la celebración, todos se reunieron en la plaza. Lumina iluminó el cielo, y mientras la música sonaba, ella les propuso un pacto. "Prometamos cuidar los ríos, plantar árboles y reducir la basura. Juntos, podemos hacer una gran diferencia."
Los habitantes levantaron sus manos al cielo y gritaron a una sola voz. "¡Lo prometemos!"
Y así, Lumina se despidió del pueblo. Con una sonrisa, volvió al cielo, sabiendo que la Tierra ya no estaba sola. Gracias a ella, los humanos comprendieron que cada pequeño esfuerzo cuenta y que juntos pueden cuidar su hogar.
Desde ese día, muchas luces brillaron en el cielo, pero la que más brillaba era la de Lumina, recordándoles a todos que el cuidado del planeta empieza en cada uno de nosotros.
FIN.