La Estrella que Quería Brillar



En un pequeño pueblo rodeado de montañas, había una estrella que brillaba más que las demás. Se llamaba Lila y siempre soñaba con visitar la Tierra. "¿Qué habrá allá abajo?"- se preguntaba una y otra vez mientras parpadeaba en el firmamento.

Una noche, mientras miraba a los niños jugar en el campo, decidió que debía bajar. Se llenó de determinación y, con un giro mágico de su luz, comenzó a descender.

Al aterrizar en el centro del pueblo, se encontró rodeada de caras curiosas. Todos la miraban maravillados, pero de repente, una niña llamada Sofía se acercó.

"¡Mirá, mirá! ¡Una estrella!" - gritó emocionada.

"Hola, soy Lila“, dijo la estrella con una voz suave. "He venido para conocer la Tierra y ver cómo brilla la felicidad aquí".

Los niños, intrigados, comenzaron a acercarse. Sofía, valiente y amigable, le preguntó: "¿Por qué no brillas tanto como en el cielo?" -

Lila suspiró. "Pensé que si estaba cerca de ustedes, podría entender mejor cómo se siente ser feliz. Pero no sé cómo hacerlo".

"¿Querés que te mostremos?" - sugirió un niño llamado Tomás.

Así, los niños comenzaron a mostrarle su mundo. Lila aprendió sobre juegos en el parque, la alegría de una risa compartida y el calor de una amistad. Sin embargo, a medida que pasaba el día, la estrella se dio cuenta de que poco a poco, su luz comenzaba a apagarse.

"¡Oh no!" - exclamó. "¿Qué me está pasando?" -

"Tal vez no estás haciendo lo que te hace brillar", dijo Sofía, preocupada.

Lila pensó en lo que había escuchado. "Siempre he querido ayudar, pero no sé cómo".

De repente, escucharon llantos de un grupo de niños en el parque. Un pequeño había perdido su pelota en un arbusto espinoso.

"Vamos, Lila. ¡Ayudemos a encontrar la pelota!" - exclamó Tomás.

Sin pensarlo dos veces, Lila voló hacia el arbusto y, con su luz, iluminó el camino para que los niños pudieran ver mejor.

"¡Allí está!" - gritaron todos al unísono.

Cuando el pequeño recuperó su pelota y sonrió agradecido, Lila sintió algo especial en su interior.

"¡Mirá! ¡Estás brillando de nuevo!" - señaló Sofía.

"Sí, me siento increíble. ¡Ayudar hace que mi luz brille más fuerte!" - Lila se dio cuenta de que no necesitaba hacer nada extraordinario; la felicidad se encontraba en los pequeños actos de bondad.

Pasaron el resto de la tarde jugando y ayudando a otros niños del pueblo. Cuanto más iluminaba la vida de los demás, más fuerte era su brillo.

Sin embargo, Lila sabía que debía regresar al cielo. "Gracias por mostrarme lo que significa brillar. La verdadera luz se encuentra en compartir y amar" - dijo con una sonrisa.

"No te vayas, Lila" - lloraron los niños.

"Siempre estarán en mi corazón. ¡Prometo que desde el cielo seguiré brillando por ustedes!" - y con un destello brillante en su último adiós, Lila volvió a su lugar en el firmamento.

Los niños miraron al cielo esa noche y vieron a Lila brillar más que nunca. Desde entonces, supieron que cada vez que un niño ayudara a otro, la luz de Lila se encendería un poco más, recordándoles que la felicidad se comparte y que el amor verdadero brilla desde adentro.

FIN.

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