La estrella y el deseo del ogro



Había una vez, en un lejano valle rodeado de altas montañas, un ogro verde llamado Triste. Triste vivía en una cueva oscura y fría, donde su cama estaba hecha de piedra y sus almohadas eran simples hojas del bosque.

A pesar de su apariencia feroz, Triste era en realidad muy amable y solitario. Un día, mientras paseaba por el bosque en busca de bayas para comer, Triste vio caer del cielo un brillante meteorito.

Se acercó con curiosidad y descubrió que dentro del meteorito había una pequeña criatura luminosa que parecía estar herida. "¿Estás bien?", preguntó Triste con voz preocupada. La criatura levantó la cabeza débilmente y dijo: "Gracias por tu ayuda, amable ogro.

Soy una estrella fugaz y me he perdido en este extraño lugar". Triste sintió compasión por la estrella fugaz y decidió llevarla a su cueva para cuidarla hasta que se recuperara.

Con el paso de los días, la estrella fugaz fue sanando gracias a los cuidados amorosos de Triste. Juntos pasaban las tardes contándose historias sobre el universo y las maravillas que contenía.

Una noche, la estrella fugaz brilló con más intensidad que nunca y le dijo a Triste: "Querido amigo ogro, ha llegado el momento de mi partida. Pero antes quiero concederte un deseo como muestra de mi gratitud por tu bondad".

Triste pensó durante unos instantes y luego dijo con determinación: "Deseo tener una cama suave como las nubes y almohadas mullidas como el algodón".

En ese instante, la cueva se iluminó con destellos mágicos y ante los ojos asombrados de Triste, su dura cama de piedra se transformó en una esponjosa nube blanca y sus ásperas almohadas de hojas se convirtieron en delicado algodón. "¡Es maravilloso!", exclamó Triste emocionado. La estrella fugaz sonrió satisfecha y le dijo: "Recuerda siempre que la verdadera magia reside en tu corazón bondadoso.

Nunca pierdas la esperanza ni olvides ser amable con quienes te rodean". Con un destello final, la estrella fugaz desapareció en lo alto del cielo nocturno dejando a Triste lleno de gratitud y alegría.

Desde ese día, el ogro verde aprendió a apreciar aún más el valor de la bondad y la generosidad hacia los demás. Y así, entre risas bajo las estrellas brillantes del valle encantado, Ogro Verde Triste encontró la felicidad junto a sus nuevos amigos del bosque.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!