La familia alegre
Había una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, una familia que siempre se destacaba por su alegría. La familia González estaba formada por papá Eduardo, mamá Laura y sus dos hijos, Tomás y Sofía. Siempre tenían una sonrisa en sus rostros y disfrutaban de cada momento juntos.
Un día, mientras estaban en el parque, Tomás vio algo brillante entre los arbustos. "¡Mirá, Sofía! ¿Qué será eso?"- dijo emocionado. Sofía, siempre curiosa, corrió hacia el arbusto y descubrió un viejo baúl.
"¡Vamos a abrirlo!"- exclamó Sofía. Con un poco de esfuerzo, lograron abrir el baúl y encontraron juguetes antiguos, juegos de mesa y un viejo libro lleno de historias.
"Mirá, esto es de nuestra abuela, dijo que le encantaba contar historias cuando era chica!"- comentó Tomás. Decidieron que cada día leerían un capítulo del libro y jugarían con los juguetes.
Al día siguiente, cuando se sentaron en la sala para leer, un giro inesperado ocurrió. "¡No hay luz!"- gritando Sofía. Papá Eduardo se asomó por la ventana y vio que varios vecinos estaban preocupados.
"Parece que hay un problema en el barrio, chicos. Vamos a ayudar"- sugirió papá. La familia, emocionada por la idea, decidió salir y ver cómo podían colaborar.
Cuando llegaron a la calle, vieron que la comunidad se estaba organizando para ayudar a aquellos que lo necesitaban. "¿En qué podemos ayudar?"- preguntó mamá Laura a una señora mayor que estaba cargando bolsas.
"Estamos juntando alimentos para repartir entre las familias que no tienen. ¿Pueden ayudarnos?"- respondió la señora con una sonrisa. La familia González se puso manos a la obra y al instante se unieron al grupo.
"¡Quiero cargar las bolsas!"- dijo Sofía con entusiasmo. "Yo también quiero empujar el carro"- agregó Tomás. Juntos, comenzaron a recolectar donaciones de sus vecinos y en muy poco tiempo habían llenado varios carros con alimentos y juguetes.
"Esto es muy importante, chicos. Ayudar a otros nos hace más felices"- les dijo papá mientras movían las cajas. Todos eranriendo, se sentían parte de algo especial.# Cuando terminaron, la señora mayor les agradeció con lágrimas en los ojos.
"Gracias, hijos. Sin ustedes, no hubiéramos logrado tanto"- dijo ella con sinceridad. La familia González miró a su alrededor y vio cómo la comunidad estaba unida, compartiendo risas, abrazos y agradecimientos.
Al regresar a casa, se dio cuenta de algo extraordinario. "¿Sabes qué, Sofía? La alegría no sólo viene de jugar y reír, sino también de ayudar a los demás"- dijo Tomás.
Esa noche, al leer el libro de cuentos, se sintieron aún más felices, sabiendo que habían hecho algo bueno por los demás. El libro contaba aventuras de personas que se unieron para ayudar y ser solidarias.
"Esto es como nosotros, ¡héroes de la comunidad!"- dijo Sofía risueña. Y así, cada vez que había una oportunidad, la familia González se dedicaba no solo a divertirse en casa, sino también a ayudar a su comunidad en momentos de necesidad.
Con el correr de los días, el barrio comenzó a conocer a la familia González, no solo por su alegría, sino también por su disposición a ayudar. La comunidad se unió aun más, y comenzaron a organizar actividades para apoyar a los demás regularmente.
De esta manera, los González aprendieron que la verdadera felicidad no se encontraba solo en los juegos dentro de casa, sino en el amor y la solidaridad compartida con los demás. Aquella tarde, habían encontrado un pequeño viejo baúl que marcó el inicio de una hermosa aventura de amistad y colaboración.
Y así fue como la familia González se convirtió en un símbolo de alegría en su barrio, siempre recordando que juntos, podían lograr grandes cosas. Desde ese día, cada vez que se enfrentaban a un desafío, se apoyaban entre ellos y se preguntaban: "¿Cómo podemos ayudar hoy?"- y con eso, la alegría nunca dejó de brillar en sus corazones.
Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
FIN.