La familia cromañón y la fuerza del trabajo en equipo



Hace muchos, muchos años, en la época de la Prehistoria, vivían los hombres y mujeres cromañones. Eran seres humanos primitivos que habitaban cuevas y se dedicaban a la caza y recolección para sobrevivir.

Tenían cuerpos fuertes y robustos, con una piel morena y ojos oscuros que les permitían ver bien en la oscuridad de las cuevas. Los hombres cromañones eran altos y musculosos, con brazos poderosos que les ayudaban a lanzar lanzas para cazar animales.

Las mujeres cromañonas también eran fuertes y ágiles, se encargaban de recolectar frutas y vegetales para alimentar a sus familias. Una de las diferencias más notables entre los cromañones y los humanos actuales era su fisonomía.

Tenían frentes prominentes, mandíbulas anchas y narices grandes que les permitían respirar mejor en climas fríos. Además, contaban con una gran cantidad de vello corporal que los protegía del frío.

Un día, en una cueva cercana a un río cristalino, vivía una familia de cromañones compuesta por el padre Gruk, la madre Ula y sus dos hijos pequeños, Tog y Lina. Ellos eran muy felices cazando mamuts y pescando peces en el río.

Un atardecer, mientras regresaban a su cueva después de un día de caza exitoso, escucharon un ruido extraño proveniente del bosque cercano. Era un animal desconocido para ellos: ¡un tigre dientes de sable! Rápidamente corrieron hacia su cueva para ponerse a salvo.

"¡Corran niños! ¡El tigre viene hacia nosotros!" -gritó Gruk mientras cargaba su lanza. "¡Rápido mamá! ¡Abre la puerta de la cueva!" -exclamó Lina asustada. Ula abrió rápidamente la puerta de la cueva mientras el tigre se acercaba peligrosamente.

Justo cuando parecía que todo estaba perdido, apareció un grupo de hombres prehistóricos vecinos armados con lanzas que lograron ahuyentar al feroz animal. Después del susto pasado, Gruk decidió reunirse con los otros hombres prehistóricos para planificar cómo protegerse mejor contra futuros ataques.

Juntos construyeron trampas ingeniosas alrededor de sus cuevas para evitar sorpresas desagradables como esa. Con el tiempo, aprendieron a convivir en armonía con los peligros del mundo prehistórico gracias a su valentía e inteligencia colectiva.

Los niños Tog y Lina crecieron fuertes y resistentes como sus padres, listos para enfrentar cualquier desafío que se les presentara en ese mundo antiguo pero fascinante.

Y así fue como la familia cromañón aprendió a valorar lo importante que es trabajar juntos para superar cualquier obstáculo por difícil que parezca. Y aunque ya no existen más los hombres ni mujeres cromañones en nuestro mundo actual, siempre recordaremos su valentía e ingenio como parte fundamental de nuestra historia evolutiva.

FIN.

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