La familia de Ángely


Érase una vez en una colorida casa en el campo vivía una familia muy especial. Angie, una niña de 7 años, era la pequeña de la familia, y siempre estaba llena de curiosidad y entusiasmo. Su mamá, Clara, era una jardinera apasionada que llenaba su jardín de flores y plantas hermosas. Su papá, Martín, era un amante de los animales y tenía un pequeño zoológico en casa, con conejos, pájaros y hasta un perrito llamado Pipo. Pero lo más extraordinario de la familia de Ángely era que todos tenían un toque mágico.

Un día, mientras Angie jugaba en el jardín, un pajarito herido cayó del cielo. Sin dudarlo, Ángely lo tomó en sus manos y le dio un suave soplo, y mágicamente el pajarito volvió a volar. Esa noche, en la cena, le contó a su familia sobre la increíble experiencia. "¡Vaya, hija! ¡Tienes el don de sanar a los animales! -exclamó su mamá, emocionada. -¡Y yo tengo el don de darle a las plantas la fuerza para crecer bellas y fuertes! -dijo su mamá. -Y yo ayudo a los animales a sentirse protegidos y cuidados -agregó su papá. Así descubrieron que todos en la familia tenían un poder especial.

Emocionados por sus dones, decidieron unir fuerzas y hacer algo aún más impactante. Crearon un santuario en su casa, donde ofrecían cuidado y amor a animales heridos, enfermos o abandonados. Angie usaba su don para sanar a los animales, su mamá los rodeaba de amor y energía con sus plantas, y su papá los protegía y cuidaba. Juntos lograron que el santuario se convirtiera en un lugar famoso, donde todos los animales recobraban la salud y la felicidad.

Pero un día, una misteriosa enfermedad comenzó a afectar a las plantas del jardín de Clara. Sus flores, que solían brillar con colores vivos, ahora se marchitaban lentamente. Angie, preocupada por su mamá, decidió ponerse en acción. Con la ayuda de su papá y sus amigos animales del santuario, emprendió una aventura mágica en busca de la cura para las plantas. Descubrieron que la clave para curar las plantas estaba en el agua pura y la luz del sol, así que juntos trabajaron para limpiar un arroyo cercano y construir un invernadero lleno de luz para las plantas enfermas. Finalmente, el jardín de Clara volvió a florecer, más hermoso que nunca.

La familia de Ángely se convirtió en un ejemplo de amor, cooperación y cuidado para todos en su comunidad, y su santuario se convirtió en un refugio mágico para los animales y las plantas necesitadas. Y así, con amor y magia, vivieron felices para siempre.

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