La familia de la selva


se encontraba perdida en el bosque. Era una familia compuesta por papá, mamá y dos niños llamados Tomás y Sofía. Un día, mientras estaban desayunando en la cabaña, escucharon un susurro que decía: "¡Ayuda! ¡Estoy perdida!".

Todos se miraron sorprendidos y asustados. Tomás preguntó: "¿Escuchaste eso, papá?". Su padre asintió con preocupación y decidieron investigar de dónde provenían esas misteriosas voces.

Siguiendo el sonido, la familia salió al exterior de la cabaña y se adentró en el espeso bosque. Caminaron durante un rato hasta que llegaron a un claro donde vieron a una pequeña ardilla atrapada en una red. La ardilla estaba asustada y necesitaba ayuda para liberarse.

La mamá tomó con cuidado a la ardilla entre sus manos mientras los niños cortaban la red con unas tijeras que habían llevado consigo.

Una vez liberada, la ardilla saltó felizmente hacia un árbol cercano y les dijo: "¡Muchas gracias por salvarme! Ahora puedo volver con mi familia". La familia se alegró al ver cómo su acto de bondad había ayudado a aquel animalito indefenso. Continuaron caminando más adentro del bosque cuando escucharon otra voz pidiendo auxilio.

Esta vez provenía de un conejito que estaba atrapado en una trampa para osos. Tomás rápidamente soltó al conejo mientras su hermana Sofía buscaba ramitas para armarle una camita acogedora para descansar. El conejito agradecido les dijo: "¡Ustedes son héroes! Gracias por salvarme".

La familia siguió explorando el bosque y continuaron encontrando animales en peligro.

Rescataron a un pajarito que había quedado atrapado en una telaraña, a un ciervo que se había quedado atascado entre unas rocas y hasta a una tortuguita que estaba varada en medio de un riachuelo. Cada vez que ayudaban a un animal, estos les expresaban su gratitud y les contaban historias fascinantes sobre el bosque.

La familia aprendió acerca de la importancia de cuidar la naturaleza y proteger a los animales que la habitan. Después de varios días, la familia finalmente regresó a su cabaña. Aunque ya no escuchaban las voces extrañas, sabían que habían hecho algo maravilloso al ayudar a esos animales necesitados.

Tomás y Sofía se sentían felices por haber sido valientes y generosos. Desde ese día, la familia decidió dedicar parte de su tiempo para hacer actividades en favor del medio ambiente.

Plantaron árboles, recogieron basura del bosque e incluso construyeron comederos para pájaros cerca de su cabaña. A medida que pasaba el tiempo, más animales comenzaron a visitarlos en busca de ayuda o simplemente para compartir momentos juntos.

La familia comprendió entonces lo importante que es vivir en armonía con la naturaleza y cómo cada pequeño acto puede hacer una gran diferencia. Y así, esta bella familia vivió muchas aventuras junto a sus nuevos amigos del bosque.

Siempre recordaron que el amor y la bondad pueden transformar vidas, tanto de los animales como de las personas. Y así, cada vez que escuchaban una voz pidiendo ayuda, no dudaban en correr a socorrerla. Fin.

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