La familia González en el trópico
Había una vez una familia que decidió tomar unas vacaciones en un lugar muy lejano. Se llamaba la familia González y estaba formada por el papá, la mamá y dos hijos pequeños llamados Juanito y Mariela.
Ellos vivían en un lugar donde siempre hacía frío, así que empacaron su ropa de invierno para llevarla con ellos.
Después de muchas horas viajando en avión, finalmente llegaron a su destino: ¡un hermoso país tropical! Al salir del aeropuerto, inmediatamente sintieron el calor sofocante del sol sobre sus cuerpos abrigados. La familia González comenzó a sudar profusamente mientras caminaban hacia su hotel. "¡Qué calor!" dijo la mamá mientras se secaba el sudor de la frente.
"Sí, no puedo respirar bien con este abrigo puesto" añadió el papá. "Yo también tengo mucho calor" se quejó Juanito. "¿Qué vamos a hacer?" preguntó Mariela preocupada. La familia González estaba tan acostumbrada al frío que no sabían cómo lidiar con tanto calor.
Pero entonces se les ocurrió una idea: ¿por qué no aprovecharon esta oportunidad para aprender algo nuevo? Decidieron explorar los lugares más frescos y sombreados del país tropical.
Visitaron playas cristalinas donde podían refrescarse en el agua salada o bajo las palmeras cercanas. También visitaron parques naturales llenos de árboles frondosos y cascadas refrescantes. Con cada día que pasaba, la familia González aprendía más sobre los beneficios del clima cálido.
Descubrieron que podían vestirse con ropa ligera y cómoda, y que podían disfrutar de actividades al aire libre sin sentirse congelados. Aprendieron a apreciar la belleza del sol cálido y el cielo despejado.
"¡Esto es maravilloso!" exclamó la mamá mientras se balanceaba en una hamaca bajo la sombra de un árbol. "Sí, nunca pensé que podría disfrutar tanto del calor" dijo el papá sonriendo. "¡Miren! ¡Hay un festival de música local esta noche!" gritó Juanito emocionado.
"Y hay una feria de comida allá abajo" señaló Mariela. La familia González se divirtió mucho explorando todo lo que el país tropical tenía para ofrecer.
Se dieron cuenta de que no importa cuánto tiempo hayan vivido en un lugar frío, siempre pueden aprender a adaptarse y encontrar alegría en nuevas experiencias. Finalmente, llegó la hora de regresar a casa. Pero esta vez, la familia González estaba lista para enfrentar cualquier clima que se les presentara.
Empacaron su ropa ligera junto con sus recuerdos felices del país tropical. Y así fue como aprendieron a amar el calor tanto como amaban el frío.
FIN.