La familia Pérez y el Desafío Prudente



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Prudencia, donde sus habitantes vivían tranquilos y felices. Sin embargo, algo misterioso acechaba en las afueras de la ciudad: el temible Devorador de Imprudencias.

Este monstruo, invisible para la mayoría, se alimentaba de los actos imprudentes de los conductores en la carretera. Cada vez que alguien manejaba a exceso de velocidad, no respetaba las señales de tránsito o usaba el celular al volante, el Devorador crecía y se fortalecía.

Un día, llegó a Villa Prudencia una familia muy especial: los Pérez. Estaban formados por papá Pedro, mamá Paula y sus dos hijos, Pablito y Sofi.

Eran conocidos por ser muy responsables y respetuosos en todo lo que hacían. Un atardecer, mientras paseaban por las afueras del pueblo en su auto rojo brillante, los Pérez se encontraron con un letrero que decía: "¡Cuidado con El devorador de imprudencias!".

Aunque al principio les pareció extraño, decidieron prestar atención y seguir conduciendo con cuidado. De repente, apareció frente a ellos una densa niebla que rodeaba el camino. De ella emergió una voz grave y escalofriante que decía: "¡Soy el Devorador de Imprudencias! ¡Vuestra prudencia me debilita!".

Los Pérez sintieron miedo pero recordaron la importancia de ser responsables al manejar. Entonces mamá Paula tomó la palabra:"No permitiremos que tus malas acciones nos afecten. Somos una familia prudente y responsable".

El Devorador rugió furioso e intentó asustarlos con ilusiones ópticas para hacerlos cometer errores al volante. Pero los Pérez se mantuvieron firmes y concentrados en su objetivo: llegar sanos y salvos a casa.

Así continuaron su camino evitando todas las trampas del monstruo gracias a su prudencia y trabajo en equipo. Finalmente lograron salir de la niebla espesa y llegaron al pueblo sano y salvo.

Al día siguiente, los Pérez compartieron su historia con todos los habitantes de Villa Prudencia para concientizar sobre la importancia de ser prudentes al conducir. Desde entonces, cada persona en el pueblo adoptó conductas más seguras al volante para debilitar al Devorador de Imprudencias.

Y así fue como gracias a una familia ejemplar como los Pérez y la unión de todo un pueblo comprometido con la seguridad vial lograron mantener alejado al temible monstruo devorador.

Desde ese día en adelante Villa Prudencia se convirtió en un lugar donde reinaría siempre la prudencia y el respeto por las normas viales.

FIN.

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