La felicidad de mamá y papá


Felipe era un niño alegre y curioso que vivía con sus papás en una casita acogedora en la ciudad. Aunque sus padres siempre le brindaban amor y cuidado, Felipe notaba que a veces estaban tristes. Un día, mientras jugaba en el parque, observó a un señor mayor regalando flores a la gente. Al acercarse, el señor le dijo a Felipe que las flores eran símbolos de alegría y que él las regalaba para hacer sonreír a los demás. Con los ojitos brillantes, Felipe quedó muy impresionado y decidió hacer algo similar por sus papás. Al llegar a casa, se puso manos a la obra.

Esa misma tarde, Felipe se acercó a su mamá y le dijo: "Mamá, quiero pintarte un cuadro para que sonrías más". Mamá se emocionó mucho y aceptó encantada. Mientras tanto, papá estaba en el jardín cuidando las plantas. Felipe corrió hacia él y exclamó: "Papá, quiero ayudarte a cuidar las plantas para verte más feliz". Papá, sorprendido, le dio un fuerte abrazo y le agradeció. A partir de ese día, Felipe se esforzó por hacer cosas especiales para sus papás.

Con el tiempo, mamá y papá comenzaron a sonreír más a menudo. La sonrisa de mamá brillaba al ver los colores del cuadro de Felipe, y papá se emocionaba al ver cómo las plantas florecían con tanto cuidado. La casa se llenó de risas y alegría, y Felipe estaba contento de ver a sus papás felices. Un día, mamá y papá llamaron a Felipe y le dijeron: "Querido Felipe, gracias por darnos tanta felicidad. ¡Tú eres nuestro regalo más especial!". Felipe se sintió muy orgulloso y comprendió que el amor y la dedicación pueden hacer que las personas sean más felices. Desde entonces, la familia de Felipe vivió cada día con alegría y unión, demostrándose amor y apoyo mutuo.

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