La feria científica de Jerez
Había una vez en la ciudad de Jerez, un grupo de niños y niñas de primero de primaria muy curiosos y entusiasmados por aprender sobre ciencia.
Todos los días iban a la escuela con ganas de descubrir algo nuevo y emocionante. Un día, su maestra, la señorita Laura, les anunció que pronto se llevaría a cabo la feria de la ciencia en el colegio. Los ojos de los niños se iluminaron con emoción al enterarse de esta noticia.
Desde ese momento, todos comenzaron a investigar y experimentar en casa para encontrar el proyecto perfecto. Emma decidió estudiar las plantas y cómo crecen, mientras que Juan prefirió enfocarse en los imanes y su poder para atraer objetos metálicos.
Llegó el día esperado: la feria de la ciencia. El salón estaba lleno de mesas decoradas con carteles coloridos y experimentos fascinantes.
Los padres, hermanos mayores y compañeros estaban ansiosos por ver lo que habían preparado los pequeños científicos. Emma fue la primera en presentar su proyecto. Con orgullo mostraba sus macetas con semillas plantadas hace semanas.
Explicaba cómo había regado las plantas todos los días y les había dado suficiente luz solar para que crecieran fuertes y saludables. Los espectadores quedaron asombrados al ver cómo las semillas habían germinado y se habían convertido en pequeñas plántulas verdes. Emma demostraba conocimientos impresionantes sobre las partes de una planta: raíz, tallo, hojas e incluso flores.
- ¡Increíble trabajo, Emma! -exclamó la señorita Laura-. ¡Eres toda una científica! Juan, por su parte, estaba ansioso por mostrar su experimento con imanes.
Con una sonrisa en el rostro, explicó cómo había creado un pequeño juego de pesca magnética. - Miren, si pongo este imán cerca del agua y le coloco objetos metálicos como clips y monedas, ¡los atrae! -explicaba Juan mientras los niños se agolpaban para ver.
Todos quedaron maravillados al ver cómo los objetos metálicos saltaban hacia el imán. Era como magia ante sus ojos. La feria de la ciencia continuó con más proyectos increíbles.
Sofía mostró cómo se podían mezclar colores para crear nuevos tonos utilizando pinturas acrílicas; Martín demostró cómo construir un cohete casero que volaba por los aires; Valentina explicó cómo hacer un tornado en una botella con agua y detergente. Al finalizar la feria, todos los niños recibieron aplausos y felicitaciones por su arduo trabajo y sus interesantes descubrimientos.
La señorita Laura les recordó lo importantes que eran sus investigaciones y les animó a seguir explorando el mundo de la ciencia.
A partir de ese día, aquel grupo de niños comprendió que no había límites para su curiosidad e imaginación. Descubrieron que podían aprender cosas nuevas cada día si estaban dispuestos a investigar y experimentar.
Y así fue como Emma se convirtió en una famosa bióloga dedicada al estudio de las plantas, mientras que Juan se convirtió en un reconocido físico especializado en magnetismo. Sofía, Martín y Valentina también siguieron sus pasiones científicas y dejaron su huella en el mundo de la ciencia.
La feria de la ciencia de Jerez se convirtió en un evento anual muy esperado por todos los niños del colegio. Cada año, nuevos proyectos sorprendían a los espectadores y demostraban que no hay límites para la imaginación ni para el conocimiento.
Y así, gracias a su entusiasmo y dedicación, aquellos pequeños científicos lograron triunfar en la feria de la ciencia, inspirando a otros a seguir sus sueños y descubrir el maravilloso mundo de la ciencia.
FIN.