La Feria de los Sentidos



En la escuela José Hernández, los alumnos de segundo año estaban muy emocionados. Se acercaba la gran feria de alimentación, un evento donde cada curso presentaría un puesto con comidas de diferentes partes del mundo. Pero este año, la maestra de ciencias, la señorita Clara, había decidido que la feria sería aún más especial: ¡iba a enfocarse en los sentidos!

—Vamos a hacer algo diferente para nuestra feria —dijo la señorita Clara mientras los chicos se acomodaban en sus pupitres—. Cada puesto deberá resaltar uno de nuestros cinco sentidos: vista, oído, gusto, olfato y tacto. ¡Así que prepárense para usar su creatividad!

Los alumnos comenzaron a discutir las ideas entre ellos. A Lucía se le ocurrió algo brillante.

—¿Y si hacemos un puesto de café? —preguntó emocionada—. Podemos ofrecer diferentes tipos de café y dar información sobre sus olores y sabores.

—¡Y música! —intervino Juan, quien siempre traía su guitarra a la escuela—. ¡Podemos tocar canciones mientras servimos el café!

A todos les encantó la idea y comenzaron a planear. Se dividieron en grupos: algunos investigarían diferentes tipos de café, otros se encargarían de la decoración y algunos más se encargarían de la música.

La semana siguiente, el colegio estaba lleno de vida. Los alumnos habían trabajado arduamente y sus trabajos estaban listos para la feria. Lucía y Juan, muy concentrados, prepararon su puesto de café, decorado con colores alegres, y prepararon una hermosa cartelera que decía: "La Feria de los Sentidos: ¡un viaje a través del café y la música!".

El día de la feria llegó y las familias estaban entusiasmadas por probar todas las delicias. Cada curso tenía algo especial, pero el puesto de Lucía y Juan destacaba por el aroma del café recién hecho y la melodía de la guitarra de Juan que llenaba el aire.

—¿Podemos probar el café? —preguntó un padre, acercándose con su hijo.

—¡Claro! —respondió Lucía—. Aquí tenemos café colombiano, brasileño y también un café con leche muy suave. Puedes elegir lo que más te guste.

—Y mientras lo pruebas, puedes escuchar nuestra canción favorita sobre el café —dijo Juan y comenzó a tocar una melodía alegre.

Mientras servían el café, Lucía y Juan explicaban a todos los visitantes sobre los diferentes aromas y sabores que se podían apreciar. Sin embargo, de repente, una nube oscura de preocupación apareció en el rostro de Lucía.

—¡Juan, olvidamos presentar el sentido del tacto! —exclamó, respirando con fuerza—. No tenemos nada para que la gente sienta.

Juan, pensativo, se llevó la mano a la cabeza. Pero luego, una idea brillante iluminó su rostro. —¡¡Ya sé! ! Después de probar el café, podemos darles algo que tocar, algo relacionado con la cultura cafetera. ¿Qué tal si conseguimos algunos granos de café para que los toquen y sientan la textura?

Corrieron hacia la mesa de preparación y encontraron un saco de granos de café. Los colocaron en un recipiente, listos para que los probaran.

—Y también podemos incluir un poema sobre el café para que lo lean mientras lo sienten —dijo Lucía—. ¡Así incluiremos el sentido de la vista también!

Los padres y niños estaban disfrutando de cada parte de la experiencia. Cuando llegaron a la estación de Lucía y Juan, se asombraron con la variedad presentada.

—Nunca había pensado en el café de esta manera —dijo una madre mientras acariciaba los granos de café—. ¡Es como un viaje por el mundo a través de los sentidos!

La feria culminó y los alumnos, felices y cansados, se reunieron con la señorita Clara.

—Estoy tan orgullosa de ustedes —les dijo, sonriendo—. No solo presentaron un delicioso café y música, ¡sino que también usaron todos los sentidos!

Lucía y Juan intercambiaron miradas de complicidad.

—Mil gracias, señorita Clara —dijo Lucía, sus ojos brillando de emoción—. Aprendimos que a veces, los mejores recuerdos están en los pequeños detalles: el olor de un café, el sonido de una guitarra y la textura de un grano.

Y así, la Feria de los Sentidos no fue solo un evento divertido, sino una experiencia inolvidable que los alumnos de segundo año recordarán para siempre. Desde ese día, cada vez que olían el café, sonreían, recordando cómo todos los sentidos se habían unido en su mágico puesto.

FIN.

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