La feria de los sueños



Había una vez en la Villa Esperanza, un barrio colorido y lleno de vida, donde vivían muchos niños y niñas que soñaban con un mundo mejor.

Aunque tenían muchas dificultades en sus vidas, siempre encontraban la forma de ayudarse mutuamente. En medio del barrio se encontraba una plaza, el corazón de la Villa Esperanza. Allí solían reunirse los niños para jugar y compartir momentos especiales.

Un día, mientras jugaban al fútbol, se dieron cuenta de que uno de sus amigos, Lucas, estaba triste. "¿Qué te pasa Lucas? ¿Por qué estás tan triste?"- preguntó Martín preocupado. Lucas bajó la mirada y susurró: "Mi papá perdió su trabajo y no sé cómo vamos a hacer para comer"-.

Los demás niños se miraron entre sí con preocupación. Sabían que debían hacer algo para ayudar a Lucas y a su familia. Fue entonces cuando Sofía tuvo una idea brillante.

"Chicos, podríamos organizar una feria solidaria para recaudar dinero y ayudar a la familia de Lucas"- propuso Sofía emocionada. Todos los niños aplaudieron entusiasmados por la idea. Se pusieron manos a la obra buscando materiales para construir los puestos de juegos y comida.

Cada uno contribuyó con lo que tenía: algunos llevaron maderas viejas, otros trajeron telas coloridas y todos juntos trabajaron sin descanso hasta tener todo listo. El día de la feria llegó y el barrio entero se acercó a disfrutar del evento solidario.

Los niños vendieron empanadas caseras, pasteles y jugo de frutas. Organizaron juegos como la tómbola, el aro y el payaso triste. Todos los vecinos colaboraron comprando boletos y disfrutando de las actividades.

Pero justo cuando pensaban que todo iba bien, una tormenta inesperada se desató sobre la Villa Esperanza. El viento derribó algunos puestos y mojó todo lo que habían preparado con tanto esfuerzo. "¡Oh no! ¿Qué vamos a hacer ahora?"- exclamó Martín desanimado.

Frente a esta situación difícil, todos los niños se miraron unos a otros sin saber qué hacer. Pero entonces, María tomó la palabra:"No podemos rendirnos chicos. Si trabajamos juntos, podremos superar cualquier obstáculo"- dijo con determinación.

Inmediatamente, los niños comenzaron a reconstruir los puestos caídos y secar todo lo mojado. Los adultos del barrio también se sumaron ayudando con sus herramientas y donaciones para salvar la feria solidaria.

Finalmente, lograron terminar de arreglarlo todo justo antes de que llegara el anochecer. La feria continuó más animada que nunca gracias al esfuerzo conjunto de todos en la Villa Esperanza. Cuando contabilizaron todas las ganancias recaudadas en la feria solidaria, quedaron sorprendidos por la generosidad de su comunidad.

Habían juntado mucho más dinero del esperado para ayudar a Lucas y su familia en este momento difícil. Lucas no podía creerlo cuando le entregaron el dinero recolectado: "¡Gracias chicos! No sé cómo expresar mi gratitud hacia ustedes"-.

"No tienes que agradecernos, Lucas. En la Villa Esperanza siempre nos apoyamos y cuidamos unos a otros"- respondió Martín con una sonrisa. A partir de ese día, la empatía y solidaridad se convirtieron en un valor fundamental en la Villa Esperanza.

Los niños aprendieron que trabajar juntos y ayudarse mutuamente podían hacer grandes cosas. Y así, con cada desafío que enfrentaban, encontraban fuerzas para seguir adelante sabiendo que nunca estaban solos.

Y así, el barrio continuó siendo un lugar lleno de esperanza donde todos se preocupaban por el bienestar del otro. La Villa Esperanza demostró al mundo entero que cuando hay empatía y solidaridad, cualquier sueño puede hacerse realidad.

FIN.

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