La feria mágica de Aliza


Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una familia muy especial que se llamaba Los Gómez. María y Luis eran los padres amorosos de Aliza, su hija única.

Vivían en una casita acogedora cerca del río y siempre estaban dispuestos a hacer felices a los demás. Se acercaba la Navidad y Aliza estaba muy emocionada. Le encantaba esa época del año porque significaba compartir momentos especiales con su familia y amigos.

Además, tenía un deseo muy grande en su corazón: quería que todos los niños del pueblo tuvieran un regalo en Navidad.

Un día, mientras paseaban por el centro del pueblo, Aliza vio un cartel que decía: "¡Ayuda a hacer realidad los deseos navideños de los niños!" Curiosa, le preguntó a sus padres qué significaba eso.

María y Luis le explicaron que había muchos niños cuyas familias no podían comprarles regalos para Navidad, así que diferentes organizaciones recolectaban donaciones para cumplir sus deseos. Aliza sintió aún más fuerte el deseo de ayudar a esos niños. Decidió hablar con sus amigos de la escuela para contarles lo que había visto y pedirles ayuda.

Juntos idearon un plan: organizarían una feria solidaria para recaudar fondos y comprar juguetes para los niños menos afortunados. Con mucho entusiasmo, Aliza y sus amigos empezaron a preparar la feria.

Hicieron carteles coloridos, repartieron volantes por todo el pueblo e incluso pidieron ayuda a otros adultos voluntarios. La noticia se esparció rápidamente y pronto todos querían participar. El día de la feria llegó y el pueblo entero se llenó de alegría. Había juegos, puestos de comida y entretenimiento para toda la familia.

Aliza estaba emocionada al ver cómo la gente colaboraba comprando boletos para los juegos y donando juguetes. Cuando terminó la feria, Aliza y sus amigos contaron todo el dinero recaudado con gran emoción.

¡Habían logrado juntar mucho más de lo que esperaban! Con ese dinero, fueron a una juguetería local y compraron un montón de regalos para los niños del pueblo. La noche antes de Navidad, Aliza y su familia envolvieron todos los regalos con amor y dedicación.

Sabían que cada uno de ellos llevaría una sonrisa a un niño que lo necesitaba. A medida que iban entregando los regalos por las casas del pueblo, Aliza se sentía llena de felicidad.

Ver las caras iluminadas de esos niños era el mejor regalo que podía recibir en Navidad. Al finalizar su tarea, María abrazó a Aliza con orgullo: "Mi pequeña heroína navideña", le dijo emocionada. "Gracias por enseñarnos el verdadero espíritu navideño: dar sin esperar nada a cambio".

Esa noche, mientras disfrutaban juntos una rica cena navideña en casa, Aliza entendió realmente el significado profundo de la Navidad: no solo se trata de recibir regalos materiales, sino también de compartir amor y alegría con quienes más lo necesitan.

Desde aquel año tan especial, Aliza siguió organizando actividades solidarias en Navidad y se convirtió en un ejemplo para su comunidad.

Aprendió que, a través de pequeños actos de bondad, podía hacer una gran diferencia en la vida de los demás. Y así, cada año, Aliza y su familia celebraban la Navidad con amor, generosidad y el deseo de hacer felices a todos a su alrededor.

Porque sabían que el verdadero espíritu navideño se encuentra en dar y compartir momentos especiales con las personas que amamos.

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