La Fiesta Animalada



Era un soleado día en la casa de Roma. Mientras se estiraba sobre la alfombra, la gatita pensó en cómo conseguir más atención de su humana, Clara. La idea comenzó a tomar forma en su cabecita felina.

"¡Voy a organizar una fiesta!" se decía entusiasmada.

Así que Roma se puso manos a la obra. Primero, hizo un recorrido por toda la casa buscando a sus amigos animales: Lucho, el perro de la vecina; Pipo, el pajarito que siempre cantaba en el árbol; y Molly, la tortuga que solía deslizarse lentamente por el jardín.

Un día, mientras Roma se estiraba en el alféizar de la ventana, vio a Lucho pasándole una pelota a un niño.

"¡Lucho!" - chilló Roma. "¡Vení a mi casa! Vamos a hacer una fiesta para que Clara me preste más atención!"

"¡Oh, eso suena divertido!" - respondió Lucho moviendo su cola con alegría. "¿Qué más necesitas?"

"Vamos a hablar con Pipo y Molly. Como son parte de la familia, también tienen que asistir a la fiesta. ¡Habrá música y juegos!"

Dicho y hecho; Roma corrió hacia el jardín a buscar a Molly y luego al árbol para chusmear a Pipo.

Con la ayuda de sus amigos, Roma comenzó a planificar la fiesta —"Animalada" . Se colgaron guirnaldas de hojas, molinetes de colores y un montón de juguetes de felpa. Después de mucho trabajo, el jardín parecía un lugar mágico.

El día de la fiesta llegó y Roma estaba muy emocionada. Sin embargo, se dio cuenta de que su humana, Clara, no tenía idea de lo que venía. Entonces, se le ocurrió una nueva idea.

"¿Qué tal si invito a Clara a participar?" - sugirió Roma a sus amigos.

"¡Eso puede funcionar!" - ladró Lucho. "La fiesta será más divertida si ella también se une."

Así que Roma decidió buscar a Clara. Mientras la humana estaba en la cocina, Roma saltó a la mesa y comenzó a jugar con un rollito de papel.

"¡Mirá, Clara!" - maulló Roma. "¡Me estoy divirtiendo tanto!"

Clara se dio vuelta y sonrió al ver a su gatita.

"¡Ay, Roma! Eres un pequeño travieso. ¿Qué haces?"

"¡Vení a ver lo que estamos planeando!" - organizó Roma mientras guiaba a Clara hacia el jardín.

Clara la siguió intrigada y, al abrir la puerta, su cara se iluminó con la vista de toda la decoración.

"¡Guau! ¡Qué fiesta tan colorida!" - exclamó. "¡No puedo creerlo!"

Todos los animales se pusieron a saltar de alegría. Fue un momento mágico, y así, la fiesta comenzó. Pipo cantó una hermosa melodía, Lucho dirigió juegos de correr y buscar, mientras que Molly bailaba lentamente en su propio ritmo.

Clara se unió a la diversión, se agachó para acariciar a Roma, y todos los animales disfrutaron de la atención que tanto deseaban.

"Me encanta que hayan planeado esto, soy muy feliz y disfrutando de cada momento." - confesó Clara mientras reía.

La fiesta duró horas, y al caer la tarde, los animales estaban cansados pero felices.

"No sabía que una fiesta podía ser tan divertida," - dijo Roma mientras se estiraba. "Creo que ahora comprendo que la atención también se comparte con otros."

"¡Exacto!" - concluyó Lucho. "A veces, estar juntos también nos hace sentir especiales."

Desde ese día, Roma y Clara se entendieron mejor. A veces, la mejor forma de recibir atención es involucrar a quienes amamos en nuestras ideas. La gatita aprendió que no siempre se necesita un plan complicado para ser feliz, sino disfrutar de los pequeños momentos juntos.

FIN.

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