La Fiesta bajo la Luna



Era una noche mágica en la selva. La luna brillaba mirando desde arriba, como si quisiera ser parte de la fiesta. Gato, Rato, Perro, Sapo, Mono y León habían decidido organizar una celebración especial para todos los amigos de la selva. Con globos de colores atados a los árboles y una torta enorme hecho con frutas frescas, todos estaban emocionados.

- ¡Qué lindo, Gato! - dijo el Rato, mientras movía su colita - Espero que no se olvide la parte más importante, ¡la comida!

- No te preocupes, Rato - contestó Gato, con una sonrisa - He preparado un festín que dejará a todos impresionados.

Perro llegó saltando, lleno de energía.

- ¡Estoy listo para la fiesta! - ladró entusiasmado - ¡Me muero de ganas de jugar!

- ¡Y yo de bailar! - dijo Sapo, haciendo saltitos. - ¡Vamos a poner música!

Mientras tanto, Mono, siempre juguetón, se columpiaba entre las ramas de los árboles.

- ¡No olviden los bichitos de luz! - gritó Mono, mirando a su alrededor. - ¡Serán la decoración perfecta para la noche!

León estaba encargado de la seguridad, asegurándose de que todos estuvieran felices y seguros.

- No se preocupen, amigos, yo vigilaré que todo esté bien - dijo León con su voz profunda. - ¡La fiesta tiene que ser inolvidable!

Con cada uno haciendo su parte, la fiesta comenzó. Los bichitos de luz iluminaban la noche, creando un ambiente encantador. Las chicharras acompañaban con su canto mientras todos disfrutaban de la comida.

De repente, mientras todos bailaban, apareció una langosta saltarina que se acercó a ellos.

- ¡Hola! ¡No se olviden de mí! - dijo la langosta, con una sonrisa amplia.

- ¡Por supuesto que no! Vení a unirte - respondió Perro, moviendo su cola emocionado. - Cuantos más, mejor.

Langosta se unió a la fiesta, y todos se divirtieron mucho, pero pronto la luna empezó a ocultarse detrás de las nubes.

- Oh no, la luna se va - dijo Gato, preocupado. - No podemos dejar que la fiesta termine así.

- ¡Esperen! - exclamó Mono. - ¡Todavía podemos hacer algo! - y con un salto, trajo su guitarra y empezó a tocar.

Las notas de la música llenaron el aire, y los bichitos de luz comenzaron a moverse al ritmo, brillando cada vez más.

La luna, al ver la alegría, decidió asomarse de nuevo y todos aplaudieron.

- ¡Eso es! - gritó Rato. - La luna está disfrutando de la fiesta también.

- ¡Así es! - agregó Sapo, salpicando agua de un charquito cercano. - ¡Hagamos que esta fiesta sea inolvidable para siempre!

Mientras todos seguían bailando y riendo, las estrellas comenzaron a brillar con más fuerza, como si estuvieran aplaudiendo desde el cielo. La lluvia de estrellas cayó sobre ellos, llenando la selva de luces maravillosas.

Al final de la noche, con los globos de colores flotando por la selva y la torta casi terminada, León se puso de pie para hablar.

- Quiero agradecerles a todos por ser parte de esta fiesta. La verdadera magia está en compartir momentos juntos, llenos de alegría y amistad. - Y mientras sonreía, todos se abrazaron en un gran grupo.

Así, bajo la luna y las estrellas, los amigos de la selva vivieron una noche inolvidable, recordando que las mejores fiestas son aquellas donde todos comparten y se divierten juntos, sin importar las diferencias.

Desde ese día, cada vez que la luna brillaba, Gato, Rato, Perro, Sapo, Mono, León y la langosta se reunían a celebrar la amistad y crear nuevos recuerdos en la selva.

FIN.

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