La Fiesta de Baile en el Bosque



Había una vez, en un rincón verde y lleno de flores, una vaca llamada Clara. Clara no era una vaca común, le encantaba bailar. Pero no bailaba sola, sus dos hijos, Beto y Lila, también disfrutaban de la música que se escuchaba en el bosque.

Un día soleado, mientras Clara y sus hijos pastaban, Clara dijo: "¡Hoy es un día perfecto para bailar!"

Beto, el más travieso, brincó emocionado: "¡Sí, mami! Vamos a hacer una fiesta en el bosque. Invitemos a todos los animales!"

Lila, siempre muy entusiasta, agregó: "¡Y podemos preparar cosas ricas para compartir!"

Y así, los tres se pusieron a trabajar. Clara buscó flores entre los arbustos para hacer guirnaldas, mientras Beto y Lila se encargaron de recoger frutos del bosque. Luego de un rato, el lugar estaba listo, y Clara dijo: "¡Ya está todo! Ahora invitemos a nuestros amigos."

Primero llegó el conejo Ramiro. "¿Qué pasa aquí?" - preguntó. Beto, ansioso, respondió: "¡Vamos a tener una fiesta de baile!"

Ramiro sonrió y saltó: "¡Genial! ¡Me encanta bailar!"

Luego, se unieron la ardilla Sofía, el pato Pipo y, por último, hasta el búho Don Manuel, que se posó en una rama y dijo: "¿Baile? Aquí estoy para dar algunos consejos."

Con todos listos, el baile comenzó. Clara movía su cuerpo al ritmo del viento, Beto giraba como un torbellino, y Lila se esforzaba por imitar a su mamá. Todos los animales se reían y aplaudían. Pero de repente, el sol comenzó a esconderse y una oscura nube apareció.

"Uy, parece que va a llover", dijo Pipo preocupado. Todos miraron al cielo. Ramiro, que había sido muy ingenioso, gritó: "No dejemos que eso arruine nuestra fiesta! ¡Bailemos bajo la lluvia!"

Contagiados por su alegría, todos comenzaron a bailar. Mientras las gotas caían, la risa y la música resonaban en el bosque.

Pero de repente, una pequeña tormenta se desató. Clara, viendo que todos estaban un poco asustados, dijo: "No hay motivo para preocuparse, amigos. La lluvia ya pasó, y después siempre viene el sol. ¡Sigamos bailando!"

Efectivamente, justo cuando la lluvia cesó, un hermoso arcoíris se formó en el cielo.

Inspirados por el momento, cada animal empezó a realizar sus pasos de baile característicos. Ramiro saltaba, Sofía daba vueltas, Pipo se deslizaba en el suelo, y el gran Don Manuel dirigía los pasos con su sabiduría de búho.

Cuando la noche cayó, y con el cielo lleno de estrellas, Clara les contó una historia: "A veces, las tormentas pueden asustarnos, pero siempre hay algo hermoso que llega después".

Y así, aunque habían tenido un pequeño susto, se dieron cuenta de que bailar y disfrutar en compañía de los demás hacía que todo valiera la pena.

Esa noche, mientras regresaban a casa, Beto dijo: "Fue la mejor fiesta del mundo, mami!"

Y Lila agregó: "¡Sí! ¡Qué linda experiencia!"

Clara sonrió y los abrazó: "Bailar es mucho más que mueve el cuerpo, es seguir el ritmo de la vida juntos."

Y con eso, cada uno se acostó satisfecho, soñando con nuevas aventuras que vendrían, sabiendo que siempre podrían encontrar alegría incluso en las tormentas.

Y así, en un rincón del bosque, la vaca Clara y sus hijos siguieron bailando, no solo en buena compañía, sino también en los momentos difíciles, recordando que la felicidad siempre los acompañaría.

FIN.

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