La Fiesta de Carla



Había una vez un niño llamado Pedro. A Pedro le encantaba comer dulces y jugar con el celular. Siempre que tenía tiempo libre, lo pasaba mirando videos o jugando juegos en su dispositivo. Pero había algo que disfrutaba aún más que eso: las fiestas de cumpleaños.

Un día, Pedro fue invitado al cumpleaños de su prima Carla. Al llegar, se sintió como un niño en una tienda de golosinas. Había panchos humeantes, torta de chocolate, gaseosa burbujeante, pizza y montones de golosinas de todos los colores y sabores. ¡Era el paraíso!

Mientras sus amigos jugaban al aire libre, Pedro no podía dejar de pensar en toda esa comida deliciosa.

"-¡Mirá esos panchos! Voy a probar uno -dijo entusiasmado mientras corría hacia la mesa de la comida.

Pedro devoró el primer pancho y luego el segundo. Luego, sintió que no podía resistir más, y se lanzó a por el tercero. Mientras tanto, su prima Carla se le acercó con una sonrisa.

"-¿Pedro, estás disfrutando de la fiesta? -preguntó Carla.

"-¡Sí! Todo es riquísimo –respondió con la boca llena.

Pero a medida que pasaba el tiempo, las cosas empezaron a cambiar. Pedro se sintió un poco pesado y no pudo seguir jugando con sus amigos. Mientras todos corrían y reían, él se quedó al margen, sintiéndose incómodo.

"-¿Estás bien, Pedro? -le preguntó su amigo Juan-. No te veo muy entusiasmado.

"-Sí, solo estoy un poco... meh -respondió Pedro, mirando la mesa llena de comidas.

De pronto, vio a Carla organizando un juego.

"-¡Vengan, chicos! Vamos a jugar a la búsqueda del tesoro! -gritó Carla, repleta de energía.

Pedro se dio cuenta de que la verdadera diversión estaba en jugar y pasar tiempo con sus amigos, no solo en comer. Sintió que era momento de activarse y unirse.

"-¡Yo quiero jugar! -dijo Pedro, dejando atrás el plato lleno de comida.

La búsqueda del tesoro fue increíble. Buscaron pistas, corrieron por el jardín y se divirtieron a lo grande. Pedro sintió que la energía volvía a él.

Al final del juego, mientras todos celebraban con la torta, Pedro se sintió feliz no solo por haber comido, sino por haberse unido al juego y disfrutar con sus amigos.

"-¡Gracias por la fiesta, Carla! Me divertí mucho -dijo Pedro mientras apagaban las velitas.

"-¡De nada, Pedro! La próxima vez, ¡juguemos más y comamos solo un poco! -sugirió Carla.

Pedro asintió, aprendiendo que estaba bien disfrutar de los deliciosos panchos, pero siempre era mejor compartir momentos con sus amigos.

Desde ese día, Pedro decidió equilibrar su tiempo entre comer golosinas y jugar con sus amigos, entendiendo que la verdadera felicidad está en las experiencias compartidas y no solo en la comida. Y así, Pedro nunca olvidó la maravillosa fiesta de cumpleaños de Carla y la lección que aprendió ese día.

FIN.

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