La fiesta de Colmillitos



Había una vez en el océano Pacífico, un tiburón llamado Colmillitos. A pesar de tener un nombre un poco intimidante, en realidad era muy amigable y le encantaba jugar con los demás habitantes del mar.

Sin embargo, todos los pececitos evitaban acercarse a él por miedo a ser comidos. Colmillitos se sentía muy triste al ver que nadie quería jugar con él.

Un día, decidió hablar con Bobo, el pez payaso más valiente y simpático del arrecife, para pedirle consejo. "Bobo, estoy muy triste porque nadie quiere jugar conmigo. ¿Qué puedo hacer para cambiar esta situación?", preguntó Colmillitos con voz apagada. Bobo lo miró con ternura y le dijo: "Colmillitos, entiendo cómo te sientes.

Quizás podríamos organizar una reunión en la que puedas demostrarles a todos que eres un tiburón amigable y no quieres lastimar a nadie".

Colmillitos asintió emocionado ante la idea de Bobo y juntos comenzaron a planear una fiesta en el arrecife. Invitaron a todos los habitantes del océano: peces payaso, peces globo, estrellas de mar y hasta pulpos curiosos. La fiesta estaba llena de música alegre y juegos divertidos.

Colmillitos se esforzaba por mostrar su lado más amigable: bailaba al ritmo de las burbujas y jugaba al escondite sin asustar a nadie. Poco a poco, los demás habitantes del mar empezaron a darse cuenta de que Colmillitos no era tan temible como pensaban.

Vieron su sonrisa sincera y su deseo genuino de hacer amigos. "¡Wow! ¡Colmillitos es genial! ¡Nunca imaginé que podría ser tan divertido!", exclamó Nemo, el pez payaso más travieso del arrecife. Los peces empezaron a acercarse tímidamente hacia Colmillitos para jugar con él.

Descubrieron que detrás de esos afilados colmillos se escondía un corazón bondadoso y amistoso. Desde ese día, Colmillitos dejó de estar triste porque había encontrado amigos verdaderos que lo aceptaban tal como era.

Aprendió que las apariencias pueden engañar y que la verdadera amistad va más allá de las diferencias físicas.

Y así, entre risas y juegos bajo el brillo del sol marino, Colmillitos comprendió que siempre hay una forma positiva de cambiar las cosas si uno se lo propone con amor y perseverancia. Y colorín colorado este cuento ha terminado pero la diversión entre amigos continúa en el fondo del océano azul.

FIN.

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