La fiesta de despedida de Edward



Había una vez en la escuela "Los Girasoles", un niño llamado Edward, un pequeño de 8 años con gafas azules que siempre estaba lleno de energía y alegría.

Vivía en un constante mundo de risas y travesuras, y sus amigos Guayre, Diego, Jacob, Fátima y Ainhoa lo adoraban por su personalidad única. Era el último día de clases antes de las vacaciones de verano, pero para Edward significaba mucho más que eso.

Su familia se mudaba a Las Playitas al finalizar el día, lo que también significaba despedirse de todos sus amigos y maestros en la escuela. Desde temprano, los compañeros de clase se reunieron en secreto para preparar una sorpresa especial para Edward.

Decidieron organizar una fiesta de despedida llena de juegos, música y regalos para mostrarle cuánto lo iban a extrañar. Al entrar a clase esa mañana, Edward notó algo diferente en el ambiente. Todos sus amigos parecían nerviosos pero emocionados al mismo tiempo.

Al acercarse a su pupitre, vio una nota doblada con su nombre escrito en letras coloridas:- ¡Hola Edward! Tenemos una sorpresa muy especial para ti hoy. Sigue las pistas hasta llegar al patio trasero.

¡Te esperamos! Edward no podía contener su emoción y rápidamente siguió las pistas que lo llevaron a descubrir pequeñas sorpresas escondidas por todo el colegio: globos con mensajes escritos por sus amigos, dulces favoritos escondidos bajo su pupitre y dibujos hechos por cada uno expresando lo mucho que significaba para ellos.

Finalmente llegó al patio trasero donde fue recibido con aplausos y gritos de alegría.

En medio del jardín decorado con guirnaldas coloridas, sus amigos le entregaron un álbum lleno de recuerdos compartidos durante el año escolar: fotos graciosas, anécdotas divertidas y mensajes cariñosos escritos con amor. - ¡Gracias por ser el mejor amigo del mundo! - exclamó Guayre abrazando a Edward mientras todos los demás se sumaban al abrazo colectivo.

Edward sintió cómo la emoción invadía su corazón al darse cuenta del cariño sincero que tenía a su alrededor. Comprendió que aunque tuviera que decir adiós a su querida escuela "Los Girasoles", los recuerdos vividos junto a sus amigos siempre permanecerían en su corazón.

La fiesta continuó entre risas y juegos hasta la hora de salida. Antes de despedirse oficialmente, Edward tomó la palabra frente a todos:- Gracias por hacerme sentir tan especial hoy. Aunque me voy lejos físicamente, sé que nuestra amistad durará para siempre.

Los llevaré conmigo allá donde vaya. Con lágrimas en los ojos pero sonrisas en los rostros, se despidieron prometiendo mantenerse en contacto y recordando este último día como uno lleno de amor y amistad verdadera.

Y así terminó la historia del pequeño Edward en la escuela "Los Girasoles", llevándose consigo no solo recuerdos inolvidables sino también el invaluable tesoro de la verdadera amistad que perduraría más allá del tiempo y la distancia.

FIN.

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