La fiesta de despedida de Edward



Había una vez en el colegio Puerto del Rosario un niño llamado Edward, con sus gafas azules que siempre lo acompañaban. Era muy divertido y hablador, le encantaba pasar tiempo con sus amigos Guayre, Diego, Jacob, Fátima y Ainhoa.

Juntos formaban un grupo inseparable en la clase de 3º B.

Un día, mientras estaban en clase de matemáticas, la maestra anunció una noticia que llenó de tristeza a Edward y a todos sus compañeros: era el último día de Edward en el colegio porque su familia se mudaba a Las Playitas. Todos se entristecieron al escuchar esto, pero decidieron prepararle una sorpresa para demostrarle cuánto lo apreciaban.

-¡Chicos! ¡Tenemos que hacer algo especial para despedir a Edward! -exclamó emocionada Fátima. -¡Sí! Podríamos organizar una fiesta sorpresa esta tarde en el patio del colegio -propuso Jacob. -¡Será genial! Vamos a preparar carteles y decoraciones para que sea inolvidable -dijo entusiasmado Diego.

Los amigos de Edward pasaron toda la mañana preparando la fiesta sorpresa. Decoraron el patio con globos de colores, pusieron música alegre y tenían preparada una torta deliciosa. Cuando llegó la hora del recreo, llevaron a Edward al patio cubriéndole los ojos con las manos.

-¡Sorpresa! ¡Feliz último día en el cole, Edward! -gritaron todos al unísono cuando él vio la decoración y escuchó la música festiva.

Edward no podía creerlo: estaba emocionado y feliz por ver todo lo que habían organizado sus amigos para despedirlo. La fiesta fue todo un éxito; rieron juntos, compartieron anécdotas graciosas y disfrutaron cada momento como si fuera único.

Al finalizar la fiesta, Edward se acercó a sus amigos con lágrimas en los ojos pero una sonrisa radiante en el rostro. -Gracias chicos por esta increíble sorpresa. Siempre los llevaré en mi corazón aunque estemos lejos. Son los mejores amigos que alguien podría desear tener -expresó emocionado.

Los demás niños también se sintieron conmovidos por las palabras de Edward y prometieron mantenerse en contacto aunque estuvieran separados geográficamente. Así terminó este día tan especial en el colegio Puerto del Rosario: lleno de risas, amistad verdadera y momentos inolvidables.

Los niños aprendieron que la distancia física no tiene por qué separar los lazos afectivos si hay amor y amistad sincera entre ellos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!