La Fiesta de Disfraz en el Cielo
Era un hermoso día en el barrio de San Colorín, donde se preparaban para la Fiesta de Disfraz del Cielo. Todos estaban emocionados, ya que era una tradición muy esperada por los niños y niñas de la comunidad. Este año, el tema era ‘Los superhéroes y criaturas mágicas’, y cada uno debía llevar una creación única que los representara.
En una pequeña casa amarilla al final de la calle, vivía una niña llamada Luna. Luna había decidido participar, y durante semanas había estado trabajando en su disfraz. Usó tela brillante y purpurina para crear unas alas que la harían parecerse a una hada mágica. Pero lo que realmente quería era tener un toque especial… algo que la hiciera destacar más que los demás.
"¡Mamá! ¿Podemos ir al mercado de las antigüedades? Quiero encontrar algo único para mi disfraz" -dijo Luna con ojos brillantes.
"Claro, Luna. Podríamos encontrar un tocado especial o una varita mágica" -contestó su mamá.
Así que juntas fueron al mercado. Buscando entre los objetos viejos y curiosos, Luna se topó con algo fascinante: una pequeña carroza hecha de cartón y decorada con joyas de plástico.
"¡Mirá, mamá! ¡Es una carroza! Ideal para mi disfraz" -exclamó Luna emocionada.
La señora del puesto, viendo el brillo en los ojos de Luna, se acercó:
"Esa carroza tiene una historia. Antiguamente, perteneció a una niña que soñaba con ser una princesa. Pero terminó en mi puesto porque pensó que nadie podría verla volar".
Luna la miró y dijo fragorosamente:
"Pero yo sé que puede tener magia. La llevaré a la fiesta, ¡haré que vuele con mi disfraz!".
Regresó a casa con la carroza y comenzó a trabajar en un nuevo plan.
Esa noche, se sentó en su habitación, diseñando la forma en que iba a hacer que la carroza pareciera volar. Pensó en unirla a unos zapatos de hebilla brillantes que su abuela le había regalado.
"Con esto, voy a ser la hada más mágica del cielo" -se dijo a sí misma.
El día de la fiesta llegó, y Luna se puso su disfraz. Cuando llegó a la plaza, sus amigos habían preparado todo tipo de sorpresas. Había globos, serpentinas y juegos. Todos los niños iban en sus disfraces y la alegría era contagiosa.
"¡Mirá, ahí viene Luna!" -gritó Tomi, disfrazado de superhéroe con capa roja.
Luna se acomodó su carroza y se acercó a donde estaban los demás.
"¡Hola! ¡Soy el hada Cielo!" -anunció con una gran sonrisa.
Sin embargo, a medida que la fiesta avanzaba, Luna se dio cuenta de que su carroza se había quedado atorada en el pasto. Intentó tirarla, pero no podía sacar los zapatos entre la hierba.
"¡Ay, no! ¿Y si todos se ríen de mí?" -pensó, mientras su corazón latía fuerte por la vergüenza.
Sin embargo, no se desanimó y recordó lo que la señora del mercado le había dicho. Entonces pensó bien y decidió que lo que realmente hacía que su disfraz fuera especial era la historia que había detrás de la carroza.
"¡Es momento de hacer que vuele de verdad!" -gritó.
Luna pidió ayuda a sus amigos.
"¡Vengan! ¡Con un poco de magia en equipo, podemos hacer que vuele!".
Todos se unieron, algunos empezaron a sujetar la carroza, otros balanceaban las alas de Luna, mientras otros los impulsaban como si fueran el viento. Para sorpresa de todos, la carroza comenzó a elevarse, moviéndose un poco con el viento.
"¡Es auténticamente mágica!" -dijo Sofía, disfrazada de unicornio.
"¡Sigan, sigan!" -gritó la grupalidad, riendo y animando juntos.
Juntos, lograron que la carroza se moviera por el parque con estilo. Aplaudían y reían mientras Luna se sentía más feliz que nunca. De repente, no le importó si podía ver o no la dirección. Porque lo que había comenzado como un miedo a que todos se rieran, se transformó en un momento mágico junto a sus amigos.
Al final del día, la Fiesta de Disfraz del Cielo fue un éxito.
Las risas y el entusiasmo llenaron el aire, y Luna se dio cuenta de que no necesitaba ser perfecta para brillar; tan solo necesitaba creer en la magia que llevaba dentro y compartirla con quienes amaba.
"Hoy aprendí que la magia de un disfraz no está solo en las cosas que llevas, sino en lo que compartís con los demás" -dijo Luna, con una sonrisa.
FIN.