La fiesta de la alegría de Pancho



Había una vez en un pequeño pueblo argentino, un gato llamado Pancho. Pancho era conocido por todos en el lugar por ser muy alegre y juguetón, siempre estaba correteando por los techos y persiguiendo mariposas.

Pero un día, algo extraño sucedió: Pancho se despertó triste y desanimado, sin ganas de hacer nada. "¿Qué te pasa, Pancho? ¡Nunca te vi así de triste!", le preguntó su amiga la paloma Margarita. "No lo sé, Margarita.

Me siento vacío por dentro, como si me faltara algo", respondió Pancho con voz apagada. Margarita se preocupó mucho al ver a su amigo tan abatido y decidió pedir ayuda a los demás animales del pueblo.

El burro Lucas, la vaca Lola y el perro Ramón se reunieron para idear un plan que pudiera sacar a Pancho de su tristeza. "¡Ya sé! Vamos a organizar una gran fiesta sorpresa para Pancho! Con música, baile y mucha comida rica", propuso Lucas con entusiasmo.

Todos estuvieron de acuerdo con la idea y se pusieron manos a la obra. Mientras tanto, Margarita se acercó a Pancho para distraerlo mientras preparaban la fiesta.

"Pancho, ¿por qué no damos un paseo juntos por el campo? Seguro que te hace sentir mejor", sugirió Margarita con una sonrisa. A pesar de estar triste, Pancho aceptó la invitación de su amiga y juntos recorrieron los campos florecidos del pueblo.

Margarita le contaba chistes y anécdotas divertidas para animarlo, y poco a poco Pancho comenzó a sentirse un poco mejor. Al regresar al pueblo, todos los animales lo recibieron con alegría y lo llevaron hasta la plaza donde lo esperaba una colorida fiesta sorpresa.

Había globos, guirnaldas y una gran torta decorada con pescaditos (el manjar preferido de Pancho). "¡Sorpresa!", gritaron todos los animales al unísono. Pancho no podía creer lo que veía: sus amigos habían organizado todo eso solo para hacerlo feliz.

La música empezó a sonar y pronto todos estaban bailando al ritmo de la cumbia argentina. La risa contagiosa de sus amigos hizo que poco a poco la tristeza abandonara el corazón de Pancho.

Se dio cuenta de cuánto cariño le tenían todos esos animales maravillosos que tenía cerca. Y en ese momento entendió que nunca más volvería a sentirse solo o triste porque siempre tendría amigos dispuestos a ayudarlo en los momentos difíciles.

Desde ese día en adelante, Pancho recuperó su alegría y vitalidad, convirtiéndose en el alma de todas las fiestas del pueblo.

Y cada vez que alguien necesitaba una sonrisa o un abrazo reconfortante, ahí estaba él para recordarles lo importante que es tener amigos verdaderos en quien confiar.

FIN.

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