La Fiesta de la Amistad
Era un caluroso día de verano en una pequeña aldea de Paraguay. La familia González estaba muy emocionada porque se acercaba la fiesta de la amistad, un evento que celebraba la diversidad y la tolerancia entre vecinos. Todos en el barrio estaban invitados y era una oportunidad para conocer mejor a los demás.
La mamá de Matías, un niño de diez años, le dijo:
"Matías, ¡no olvides invitar a tu amigo Tobi! Sabés que su familia es nueva en la aldea."
"Sí, mamá, pero a Tobi le gusta jugar al fútbol y yo prefiero andar en bicicleta. No sé si se va a divertir", respondió Matías un poco dudoso.
"¿Por qué no le das la oportunidad de aprender algo nuevo? Tal vez le encante", le sugirió su mamá con una sonrisa.
Esa tarde, Matías fue a la casa de Tobi. Al llegar, vio a Tobi jugando solo con una pelota. Al acercarse, Matías saludó:
"¡Hola, Tobi! ¡Vengo a invitarte a la fiesta de la amistad! Va a haber juegos, comida y muchos amigos."
"Gracias, Matías. Pero no sé si quiero ir. A mí no me gustan las fiestas", contestó Tobi, mirando la pelota en el suelo.
"Dale, no te vas a arrepentir. Puedes conocer a otros chicos y jugar con nosotros. Incluso podría enseñarte a andar en bicicleta". Matías sonrió, esperando que su oferta lo convenciera.
Tobi pareció pensarlo un momento. Finalmente, dijo:
"Está bien, iré. Pero yo sólo quiero jugar al fútbol."
El día de la fiesta llegó y la casa de los González estaba llena de risas y música. Todos los vecinos estaban allí, incluyendo a la familia de Tobi. Matías estaba un poco nervioso: ¿y si Tobi no se divertía?
Durante la fiesta, los niños comenzaron a jugar varios juegos. Primero, jugaron a la soga, donde todos se unieron y gritaron con fuerza. Luego vino el juego de atrapar la cola, donde Tobi se destacó. El fútbol no estaba en la agenda, pero eso no importó a nadie. Todos disfrutaban de los juegos.
Matías, decidido a que Tobi también lo pasara bien, sugirió a los demás:
"¡Chicos! ¿Por qué no intentamos hacer una mini competencia de deportes? Con un poco de todo: bicicleta, fútbol, y hasta un juego de relevos!"
Los demás niños estaban entusiasmados con la idea y empezaron a organizarse. Tobi se mostró un poco reacio, pero Matías lo animó:
"No te preocupes, Tobi. Será divertido. Podemos hacer un equipo."
Al final, Tobi se unió al equipo de Matías. Jugaron juntos, y aunque a Tobi no le gustaba la bicicleta, se dejó llevar. Matías le mostró cómo acelerar y frenar, y con cada intento, Tobi iba mejorando.
"¡Mirá! ¡Ya lo estás haciendo!" le gritó Matías, emocionado.
La competencia fue un éxito, y todos los vecinos aplaudieron. Tobi, al principio escéptico, terminó disfrutando incluso de la bicicleta. Cuando finalmente llegó el momento de jugar al fútbol, Matías le dijo:
"Te toca, Tobi. ¡Demostrá tu mejor jugada!"
Tobi se sintió emocionado y, apoyado por Matías y los otros chicos, anotó un gol espectacular. Todos gritaron de alegría.
Hacia el final de la fiesta, Matías y Tobi se sentaron juntos comiendo una deliciosa torta.
"Gracias por ayudarme a disfrutar de la fiesta, Matías. No sabía que me iba a gustar tanto."
"De nada, Tobi. ¿Ves? A veces es bueno probar cosas nuevas y hacer amigos."
A partir de ese día, Matías y Tobi se hicieron muy amigos. Se dieron cuenta de que les gustaban cosas diferentes, pero eso no importaba. Compartían risas, juegos y mucho respeto.
La familia González aprendió no solo la importancia de la inclusión, sino también que la tolerancia y la amistad pueden surgir de las diferencias.
Y así, la fiesta de la amistad se convirtió en un gran recuerdo que unió a dos familias y reforzó el valor de la tolerancia en el corazón de toda la aldea. Desde ese verano, cada año se celebraba la fiesta, y todos los niños, sin excepción, estaban invitados a participar, sin importar sus gustos.
Porque al final, lo que importa en una buena fiesta es que todos se sientan bienvenidos y que, juntos, puedan compartir la alegría de ser amigos.
FIN.