La Fiesta de la Diversidad en el Bosque
En un bosque mágico y colorido, donde los árboles danzaban con el viento y las flores cantaban alegres melodías, vivían muchos animales de distintas especies. Cada uno tenía sus propias características, pero lo que más los unía era su deseo de celebrar la diversidad.
Un día, la tortuga Tula tuvo una brillante idea mientras se asoleaba.
"¡Tengo una idea! ¿Por qué no hacemos una gran fiesta para celebrar nuestras diferencias y similtudes?" - dijo Tula.
Los otros animales del bosque, que estaban en el claro, se miraron entre sí con curiosidad.
"¿Una fiesta? Suena genial, Tula" - respondió el loro Lorenzo, que siempre tenía ganas de pasarla bien.
"Sí, pero necesitamos poner qué cosas haremos. Cada uno debería aportar algo especial" - agregó la ardilla Susi, moviendo sus patitas emocionada.
Rápidamente, todos empezaron a compartir sus ideas. El conejo Nico se ofreció a preparar algunas deliciosas zanahorias. El pato Pablo iba a traer su famosa ensalada de hojas verdes, mientras que la serpiente Lila sugería un juego de lanzamiento de anillas, donde todos podrían participar.
El día de la fiesta llegó, pero algo inesperado ocurrió.
"Chicos, ¡no puedo llegar a tiempo!" - gritó Federico, el flamenco que siempre se movía con sus elegantes zancadas.
"¿Por qué no podés llegar, Federico?" - le preguntó Tula, algo preocupada.
"Porque mis patas son más lentas que las de ustedes y no puedo correr..." - dijo Federico con tristeza.
Tula se dio cuenta de que Federico podría sentirse excluido y tuvo una idea.
"¡No te preocupes, Federico! El bosque está lleno de caminos. Podemos ir a buscarte" - comentó con entusiasmo.
Así que, mientras los demás preparaban la fiesta, Tula y Lorenzo se lanzaron a la aventura para buscar al flamenco. Pasaron por el arbusto de frutos dulces, donde el zorro Zuri los saludó.
"¿A dónde van tan apurados?" - preguntó Zuri intrigado.
"¡A buscar a Federico!" - exclamó Lorenzo. "¡Vení con nosotros!" - le ofreció Tula.
Zuri no dudó ni un segundo y se unió a la búsqueda. Juntos, reían y se ayudaban a encontrar caminos más accesibles para que sus amigos no se quedaran atrás.
Finalmente, llegaron a la orilla del lago donde estaba Federico.
"¡Hola, Federico! Te hemos venido a buscar para que vengas a la fiesta. ¡Juntos somos más fuertes!" - dijo Lorenzo, con una sonrisa amplia.
"¡Sí! Esta fiesta es para todos nosotros" - agregó Tula.
Al escuchar esas palabras, Federico se sintió conmovido.
"¡Qué lindo es tener amigos que se preocupan!" - dijo, sonriendo y finalmente se unió a ellos.
Cuando llegaron al claro del bosque, la fiesta era un verdadero espectáculo. La comida brillaba sobre la mesa y los juegos estaban listos. Todos estaban reunidos, felices de ver a Federico y disfrutar de la diversidad de aportes. Cada animal mostró algo especial de sí mismo, y la alegría se compartió en cada rincón. La mariposa Mía pintó las caras de los demás, el ciervo Damián les enseñó a bailar con sus grandes saltos, mientras que Lila la serpiente introducía juegos que todos podían disfrutar.
A medida que la noche avanzaba, todos comprendieron que su diversidad no era una barrera, sino lo que los hacía únicos y fuertes como comunidad.
"¡Deberíamos hacer esto cada año!" - sugirió Susi, mientras mordisqueaba una zanahoria.
"¡Sí! Cada uno aportando lo mejor de sí" - concordó Lorenzo.
"Viviendo juntos, siempre habrá algo nuevo para aprender" - concluyó Tula, llena de luz.
Y así, con risas, juegos y color, el bosque celebró su diversidad en cada aspecto. Basta un pequeño gesto de inclusión y empatía para que todos se sientan parte de una gran familia. La fiesta se convirtió en una hermosa tradición, donde cada año, el bosque recordaría lo valioso que es la riqueza de vivir en armonía.
La amistad y la diversidad los unió aún más. Y todos comprendieron que, aunque eran diferentes, juntos podían hacer magia.
Fin.
FIN.