La Fiesta de la Huerta
Era un día soleado en la Escuela Primaria del Barrio Florido. Todos los chicos estaban emocionados porque ese día era la gran fiesta de la huerta. La maestra Clara había organizado un evento especial para que los estudiantes pudieran cosechar las verduras que habían plantado durante el año.
"Hoy vamos a recolectar y luego preparar una deliciosa comida con lo que cosechemos", dijo la maestra Clara, sonriendo. "Pongan mucha atención porque vamos a aprender sobre el trabajo en equipo y la importancia de la alimentación saludable".
Los estudiantes se agruparon con sus compañeros y se dirigieron a la huerta. Cada grupo se organizó con herramientas, que incluían tijeras de podar y cestos para recolectar. Y así comenzó la recolección de zanahorias, tomates, lechugas y algunas hierbas aromáticas.
"Mirá, encontré una zanahoria enorme!", gritó Juan, mostrando su logro con orgullo.
"¡Genial, Juan! Ahora, vamos a ver quién puede encontrar la lechuga más fresca", sugirió Sofía, mientras corría hacia el cultivo de lechugas.
Mientras los niños trabajaban, el viento trajo una sorpresa inesperada. Un grupo de mariposas danzantes apareció alrededor de la huerta.
"¡Mirá las mariposas! Son hermosas", exclamó Tomás, intentando atraparlas con las manos.
"No las atrapes, Tomás. ¡Déjalas ser libres!", aconsejó Lucia.
Los chicos siguieron cosechando, riendo y compitiendo amistosamente. Después de un tiempo, ya tenían un montón de verduras recolectadas.
"¿Y ahora qué hacemos con todo esto?", preguntó Felipe, alzando una bolsa llena de tomates.
"¡Vamos a prepararlo juntos!", dijo la maestra Clara, guiándolos hacia la cocina de la escuela.
Dentro de la cocina, los niños comenzaron a lavar y cortar las verduras bajo la atenta mirada de la maestra. Mientras cocinaban, comenzaron a conversar sobre lo que habían aprendido en el proceso de cultivo.
"Yo no sabía que las zanahorias podían ser de tantos colores", dijo Sofía, mientras cortaba una zanahoria morada.
"Y yo no sabía que las lechugas eran tan delicadas. Hay que cuidarlas muy bien", agregó Juan.
Cuando la comida estuvo lista, el aroma llenó la cocina y todos se reunieron en el comedor.
"¡A probar lo que nosotros mismos cosechamos y cocinamos!", anunció la maestra Clara.
Todos se sirvieron y comenzaron a probar el guiso de verduras. Los chicos estaban encantados.
"¡Está riquísimo! ¿Y si hacemos esto todos los meses?", sugirió Tomás, mientras saboreaba.
"Espero que sí, porque es muy divertido y aprendemos un montón", acordó Lucia.
La fiesta de la huerta no solo les dejó el estómago lleno, sino también el corazón. El trabajo en equipo había sido fundamental para lograr una comida deliciosa, y aprendieron que la naturaleza les da muchos secretos que es necesario cuidar.
Al finalizar el día, la maestra Clara les dijo:
"Recuerden, chicos, cada uno de ustedes es importante en este proceso. Aprender a trabajar juntos es también parte de lo que somos como comunidad".
Y así, con risas y un sentimiento de unión, los chicos se despidieron de la huerta, llevando consigo no solo verduras, sino un montón de experiencias y aprendizajes que recordarían siempre.
FIN.