La Fiesta de la Macarena
Era una noche mágica en el barrio de las estrellas, donde todos los niños de la ciudad se reunían para celebrar una gran fiesta. El motivo era especial: la llegada de la primavera. Mil luces de colores adornaban los árboles y en el aire se sentía una combinación de risas, música y sabores. Entre las invitadas, estaban Macarena y sus amigas, Valentina y Lila.
"- ¡Esto es increíble!", exclamó Macarena con una gran sonrisa, mientras miraba los globos que flotaban en el aire.
"- Sí, ¡no puedo esperar a bailar!", respondió Valentina, moviendo los brazos emocionada.
"- ¡Yo quiero hacer un concurso de baile! ¡La que no haga el mejor movimiento se queda sin helado!", propuso Lila, picarona.
Las amigas se miraron y comenzaron a reírse. Pronto, la música comenzó a sonar, llenando la noche de ritmos alegres. Las tres comenzaron a bailar, describiendo piruetas en el aire y riendo a carcajadas. La Macarena, con su famoso baile, se convirtió en el epicentro de la fiesta.
Pero de repente, la música se detuvo. Un niño, Pablo, se acercó a ellas con el rostro algo triste.
"- ¿Por qué no estás bailando, Pablo?", le preguntó Macarena.
"- No sé, no creo que sepa bailar tan bien y tengo miedo de hacer el ridículo", respondió él, mirando al suelo.
Valentina se acercó al niño y le puso una mano en el hombro. "- Todos sabemos bailar a nuestra manera, ¡y lo más importante es disfrutar! No tienes que ser perfecto. ¡Vamos!"
Lila interrumpió con energía, "- ¡Exacto! A veces nos preocupamos tanto por lo que piensan los demás que olvidamos divertirnos. Yo tampoco sé dibujar, ¡pero eso no me impide disfrutar del arte!"
Pablo sonrió tímidamente.
"- ¿De verdad? ¿No les importa si soy torpe?"
"- ¡Para nada! Mira, te enseñaremos algunos pasos. La clave es dejarse llevar y no pensar en caer", dijo Macarena mientras ponía música nuevamente.
Así, las amigas comenzaron a bailar alrededor de Pablo, mostrándole algunos pasos sencillos. Y aunque al principio se sentía un poco torpe, se unió a ellas con una gran sonrisa, dispuesto a disfrutar.
Con cada movimiento, Pablo se relajaba más y más, comenzando a bailar con confianza. Pronto, todos los niños de la fiesta se unieron a ellos, creando una gran rueda de baile.
"- ¡Bienvenido al baile, Pablo!", gritaron al unísono.
La fiesta se llenó de risas y alegría, y la música resonaba en el barrio. Macarena, Valentina, Lila y Pablo se movían con energía, sabiendo que lo importante era pasar un buen rato, sin importar si eran perfectos baile.
Al caer la noche, vieron un espectáculo de luces. Era una lluvia de estrellas que iluminaba todo el cielo, y los niños comenzaron a pedir deseos. La felicidad llenaba sus corazones y, en ese momento, todos se sintieron parte de algo más grande, una comunidad.
"- Siempre recordaré esta noche", dijo Pablo con sinceridad.
"- ¡Y yo también!", exclamó Lila. "- Todos, incluso los que no son tan buenos en algo, deben ser parte de la fiesta de la vida. ¡Hay lugar para todos!"
Macarena abrazó a sus amigas y a Pablo, y en ese abrazo todos sintieron la calidez de la amistad. La noche terminó, pero el recuerdo de la fiesta siempre quedaría en sus corazones, como un brillo de estrellas en la memoria. No solo porque bailaron a la Macarena, sino porque aprendieron la verdadera lección: en la amistad y en la diversión, todos son bienvenidos, y lo importante es atreverse a disfrutar cada instante.
Nadie recuerda cómo bailaban, sino cómo se sintieron, juntos por la magia de una noche de fiesta, risas y estrellas.
FIN.