La Fiesta de la Tolerancia



Érase una vez en un pequeño pueblo de Paraguay, donde la familia Pérez se preparaba para celebrar su tradicional Fiesta de la Tolerancia. Cada año, la familia invitaba a amigos y vecinos a compartir un día de alegría, comida y risas, pero este año, algo diferente iba a suceder.

Lucas, el hijo mayor de la familia, estaba preocupado. Este año, su hermana Sofía había hecho amistad con unos nuevos vecinos, la familia Martínez, que eran diferentes a ellos en muchas formas. Lucas no comprendía cómo Sofía podía jugar con ellos. A menudo decía:

"¿Por qué te juntas con ellos? Sus costumbres son raras y no nos entienden."

Sofía, con su hermoso cabello rizado y una sonrisa que iluminaba su rostro, le respondía:

"Pero Lucas, si no hablamos con ellos, ¿cómo vamos a conocerlos? ¡Son buena gente! Y tienen cosas interesantes que compartir."

"No sé, prefiero jugar con mis amigos de siempre. " decía Lucas, cruzando los brazos.

Días después, la familia empezó los preparativos para la fiesta. Sofía estaba emocionada por invitar a la familia Martínez, pero Lucas no estaba de acuerdo.

"¿Por qué no invitamos solo a nuestros amigos?"

"Porque la Fiesta de la Tolerancia se trata de eso, hermano. De entender y celebrar nuestras diferencias. ", insistió Sofía.

Finalmente, Sofía logró convencer a sus padres y la invitación fue extendida. El día de la fiesta, el jardín de los Pérez brillaba con guirnaldas de colores y deliciosos olores de comida. Sofía se encargaba de dar la bienvenida a todos sus amigos y conocidos, incluidos los Martínez.

Al llegar la familia Martínez, estaban un poco nerviosos, ya que sabían que no todos los vecinos los aceptaban. Sofía les sonrió y los presentó a todos. Lucas, al verlos, soltó un suspiro y se hizo a un lado.

Durante la fiesta, habían juegos, música y deliciosa comida. La madre de Sofía había preparado chiribiquetes, y la familia Martínez trajo empanadas de carne. Todos estaban disfrutando, pero Lucas seguía alejado.

Un rato después, los niños decidieron formar equipos para jugar a la pelota. Lucas estaba en un grupo, y a los Martínez les ofrecieron unirse.

"¿Cómo van a jugar con nosotros si no conocen las reglas?" preguntó Lucas, un poco molesto.

"Podemos aprender juntos. ¿Te parece?" propuso Joaquín, el hijo de los Martínez, con una sonrisa.

"No sé..." rebatió Lucas.

Pero Sofía, emocionada, se acercó y dijo:

"¡Vamos! A veces, aprender cosas nuevas en grupo puede ser muy divertido. Prometamos ayudarnos unos a otros."

Así, con un poco de reticencia, Lucas aceptó. En poco tiempo, Lucas se dio cuenta de que Joaquín era muy bueno con el balón y que, a pesar de las diferencias entre ellos, podían divertirse juntos. Había mucho que aprender de sus habilidades. Veía cómo Joaquín sumaba y contaba los goles en guaraní, lo que le pareció fascinante.

Mientras jugaban, se intercalaban risas y gritos. Otros niños también comenzaron a integrarse y el ambiente se llenó de energía. En un momento, Joaquín cometió un error.

"¡Ay, no! Lo siento, Lucas!" expresó preocupado.

"No pasa nada, se aprende de los errores. ¡Así se juega!" respondió Lucas, sintiendo que algo dentro de él cambió.

Al finalizar el juego, ambos equipos se reunieron para compartir las comidas que habían traído.

"¡Tienes que probar el chiribiquete!" le dijo Lucas a Joaquín.

"Y tú debes probar el sabroso sándwich que trajo mi hermana. Es muy distinto y te va a encantar," ofreció Joaquín.

Y así, entre juegos y comidas, las diferencias comenzaron a desvanecerse. Los Pérez y los Martínez se entendieron y respetaron. Al final de la fiesta, Lucas tomó la mano de su hermana Sofía y le dijo:

"Tenías razón, Sofía. No son tan diferentes a nosotros. Me alegra que estén aquí."

"Y yo estoy orgullosa de ti, Lucas. La tolerancia hace que nuestra familia sea más unida."

Desde entonces, la familia Pérez y la familia Martínez se convirtieron en grandes amigos. Más allá de las diferencias, descubrieron la riqueza que cada uno traía a sus vidas. Y así, el pueblo de Paraguay aprendió que la tolerancia se puede celebrar no solo en fiestas, sino en cada pequeño gesto de amistad y respeto.

FIN.

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