La Fiesta de la Torta de Chocolate



En un hermoso jardín lleno de flores de mil colores, vivía una niña llamada Sofía. Sofía tenía una muñeca a la que quería mucho, y le había puesto el nombre de Lila. Cada día, Sofía jugaba con Lila y juntas inventaban historias mágicas.

Un soleado día, mientras jugaban en el jardín, Sofía tuvo una idea brillante.

- '¡Lila! ¿Qué te parece si hacemos una fiesta para celebrar nuestra amistad?'

- '¡Sí, Sofía! Pero necesitamos algo especial. ¡Una torta de chocolate sería perfecta!'

Sofía sonrió y corrió hacia la cocina. Momento después, escucharon un suave ruido en el jardín. Era un pequeño conejo blanco que se asomaba detrás de una flor.

- '¡Hola, conejito! ¿Quieres venir a nuestra fiesta?'

El conejo movió sus orejas y respondió:

- '¡Me encantaría! Pero para eso, necesitaríamos los mejores ingredientes para la torta de chocolate. ¿Tienen algo en mente?'

Sofía, llena de entusiasmo, dijo:

- 'Vamos a buscar almendras, cacao y, ¡no puede faltar el azúcar!'

Así que juntos, la niña, su muñeca y el conejo comenzaron una aventura por el jardín. Primero, fueron a buscar almendras a la almendral. Allí conocieron a una ardilla muy simpática.

- '¡Hola, ardillita! ¿Nos das algunas almendras para nuestra torta?'

La ardilla, moviendo su cola, contestó:

- '¡Claro que sí! Pero a cambio, tienen que ayudarme a recoger algunas nueces.'

Así que Sofía y Lila, con la ayuda del conejo, recogieron nueces y las llevaron a la ardilla. Con las almendras en la mano, el grupo continuó su búsqueda.

Luego, se dirigieron al lugar donde crecían los cacaos.

- '¡Miren! Allí están los cacaos', señaló el conejo.

- '¡Vamos a cosecharlos!', gritó Sofía. Estuvieron trabajando juntos y, después de un rato, llovían cacaos del árbol como si fuera una lluvia mágica.

Una vez que recolectaron los cacaos, tenían casi todo lo que necesitaban.

- 'Ahora solo falta el azúcar. ¿Dónde lo encontramos?', preguntó Lila.

- '¡Yo sé! En la casa de la abuela Rosa hay un tarro gigante de azúcar de colores', dijo el conejo emocionado.

Sofía pensó un momento y luego sonrió,

- '¡Vamos, la ayudaremos a cocinar mermeladas!'

El grupo se dirigió hacia la casa de la abuela Rosa. Al llegar, la abuela los recibió con un abrazo cálido.

- '¡Qué alegría verlos! ¿En qué puedo ayudarles hoy?'

Sofía, con su voz llenita de emoción, le contó a la abuela sobre la fiesta y la torta de chocolate.

- 'Si me ayudan a hacer mis mermeladas, yo les daré todo el azúcar que necesiten', propuso la abuela.

Así, pasaron la tarde riendo, cocinando y aprendiendo sobre las frutas. Al final del día, Sofía, Lila y el conejo regresaron al jardín con todos los ingredientes.

- '¡Hora de hacer la torta!', exclamó Sofía con alegría.

Con mucho cuidado, mezclaron todos los ingredientes y metieron la mezcla en el horno. Mientras la torta se cocía, comenzaron a decorar el jardín con flores y colores.

- '¡Mirá! ¡El sol está empezando a esconderse!', dijo Lila, mirando el cielo.

De repente, sintieron un olor delicioso.

- '¡La torta está lista!', gritaron juntos. Sofía abrió el horno y sacó la maravillosa torta de chocolate, que brillaba como el oro.

Colocaron las velitas, y cuando ya estaba todo listo, Sofía llamó a sus amigos.

- '¡Vengan a nuestra fiesta! ¡Celebremos la amistad!'

Así, cada uno trajo algo especial y todos compartieron risas, cuentos e historias, saboreando la mejor torta de chocolate de todas. Y en ese mágico jardín, la niña, la muñeca y el conejo hicieron un pacto: siempre recordarían esa tarde de diversión y amistad.

Desde ese día, Sofía aprendió que lo más importante de cualquier celebración es compartir con quienes queremos y disfrutar juntos.

Y así, el jardín nunca dejó de brillar con las risas y la felicidad de sus amigos.

FIN.

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