La Fiesta de las Estrellas



Había una vez en un pequeño pueblo de Salamanca, una niña de 5 años llamada Luna. Luna era conocida por su risa contagiosa, su energía inagotable y, sobre todo, su amor por el baile y la música. Cada tarde, después de la escuela, se ponía su vestido amarillo con lunares y salía al patio a cantar y bailar, disfrutando del sol y de la brisa.

Un día, mientras danzaba, Luna se encontró con su amiga Clara, que estaba sentada en un banco, un poco triste.

"¿Por qué estás tan seria, Clara?", preguntó Luna.

"No sé, Luna. Quiero organizar una fiesta para el pueblo, pero siempre me dicen que no es el momento y me da miedo intentarlo sola", respondió Clara.

Luna, emocionada por la idea de una fiesta, puso su mano en el hombro de Clara.

"¡Pero eso no puede ser! ¿Y si hacemos la fiesta juntas?", propuso.

Clara miró a Luna y su rostro se iluminó.

"¿De verdad? ¡Sí, hagámoslo!", exclamó.

Desde ese día, las dos amigas empezaron a planear la Fiesta de las Estrellas. Decidieron que sería un evento donde todos pudieran bailar, cantar y jugar. Luna se ofreció a dar un espectáculo de baile y canciones, mientras que Clara se encargaría de las decoraciones y las invitaciones.

El día de la fiesta llegó. El pueblo estaba lleno de gente. Había globos de colores, luces brillantes y una mesa llena de deliciosos snacks. Luna, emocionada, se subió al escenario. Tenía un poco de nervios, pero pensó en lo mucho que le encantaba bailar.

"¡Hola a todos! Soy Luna y hoy quiero compartir mi alegría con ustedes a través de la música y el baile!", dijo con una gran sonrisa.

Comenzó a cantar una canción que había creado, llena de palabras alegres sobre la amistad y la diversión. Todos en el pueblo comenzaron a aplaudir y algunos incluso se unieron a ella en la danza.

Pero, de repente, un fuerte viento sopló y algunos globos se escaparon volando hacia el cielo. Un silencio incómodo se creó en el ambiente. Las sonrisas se desvanecieron un poco, y Clara se sintió muy triste, pensando que la fiesta se estaba arruinando.

Luna, viendo la situación, dejó de cantar y miró a su amiga.

"¡Clara, mira! No podemos dejar que un par de globos arruinen nuestra fiesta. La verdadera alegría está en disfrutar este momento juntos. ¡Sigamos bailando!", animó.

Clara, inspirada por la energía de Luna, sonrió nuevamente y dijo:

"¡Sí! ¡Vamos a seguir bailando!".

Así, la música volvió a sonar y todos comenzaron a bailar y reír. Las risas y la alegría hicieron que hasta el viento pareciera divertirse. La noche se llenó de magia y, al mirar al cielo, vieron que las estrellas comenzaban a brillar más que nunca.

Cuando la fiesta terminó, todos los habitantes del pueblo agradecieron a Luna y Clara por el hermoso evento.

"Gracias, Luna. ¡Tienes un don especial para alegrar a todos!", dijo el alcalde.

"Sí, ¡tienes razón! Siempre que estemos juntos, podemos hacer que la felicidad brille como las estrellas", agregó Clara.

Desde ese día, la Fiesta de las Estrellas se convirtió en una tradición anual en el pueblo, y Luna y Clara siempre recordaron cómo un simple deseo de hacer una fiesta se convirtió en un momento especial para todos. La amistad y el baile pudieron iluminar incluso los días más nublados.

Y así, con una sonrisa en sus rostros y la música en sus corazones, Luna y Clara siguieron bailando por muchos años más, recordando siempre que la alegría se comparte y es más grande cuando se vive en compañía.

FIN.

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