La Fiesta de las Sombrillas



Era un día soleado en el pueblito de Colorete. Los habitantes estaban emocionados, pues se acercaba la Gran Fiesta de las Sombrillas, un evento donde todos llevaban sus sombrillas más coloridas y originales. Sin embargo, cada uno de nuestros amigos tenía un problemita que les preocupaba.

Don Rabanito Saltarín, un rábano con piernas largas y flexibles, estaba nervioso porque nunca había podido aprender a bailar.

"Si no danzo con mis amigos, voy a ver la fiesta desde la sidra", pensaba consigo mismo.

Doña Esponga Espumosa, una esponja alegre y burbujeante, deseaba hacer las mejores burbujas del mundo, pero sus burbujas siempre estallaban antes de llegar lejos.

"Si no hago burbujas increíbles, los niños no jugarán conmigo", se lamentaba.

El Gato con Zapatillas, un gato ingenioso que siempre quería ser el mejor mago, llevaba días intentando su truco más grande: hacer desaparecer su sombrero. Sin embargo, cada vez que lo intentaba, terminaba haciéndose cosquillas a sí mismo.

"¡Ay, esto es un desastre! Voy a dejar de lado la magia si no consigo esto", decía pensativo.

La Sra. Calabaza Cantora, que siempre soñó con cantar en la Gran Fiesta, tenía un problema: su voz se rompía justo antes de comenzar a cantar.

"No puedo dar un espectáculo si mi voz se parece a un pato desafinado", se decía con tristeza.

Por último, la Señora del Reloj Despintado, cuya misión era dar la hora exacta, había perdido su puntería y siempre llegaba tarde a todos lados.

"¡Oh no! Si no estoy a tiempo para la fiesta, nunca podré mostrarles mi colección de sombrillas antiguas!", lloraba.

Un día, mientras estaban charlando en la plaza, una idea loca surgió entre ellos.

"¿Qué tal si en vez de preocuparnos por nuestros problemas, nos ayudamos entre todos para hacer una maravillosa fiesta?", sugirió Don Rabanito.

"¡Sí! Juntos quizás podamos brillar más que si lo hacemos solos!", se entusiasmaron los demás.

Así que comenzaron a trabajar en equipo.

Doña Esponga Espumosa enseñó a Don Rabanito a hacer burbujas mientras bailaban, y juntos crearon una coreografía llena de burbujas saltarinas.

"Mirá, Rabanito. ¡Así no se estallan tan rápido!", decía Doña Esponga.

El Gato con Zapatillas encontró la forma de hacer que las burbujas de Doña Esponga desaparecieran con un giro mágico, y así no le quedaba tiempo de hacerse cosquillas.

"¡Esto es genial! ¡Mi magia está volando en burbujas!", exclamó emocionado.

La Sra. Calabaza Cantora se unió a ellos, haciendo melodías mientras el Gato mostraba su arte, y descubrió que su voz podía sonar perfecta si cantaba junto a la música del grupo.

"¡Me siento inspirada con ustedes! ¡Es como si tuviéramos una banda!", dijo feliz.

La Señora del Reloj Despintado, al ver el entusiasmo, dejó de preocuparse por llegar tarde y empezó a ayudarlos a coordinar el espectáculo.

"Nunca es tarde cuando se está disfrutando! ¡Vamos, amigos!", motivó a sus compañeros.

El día de la fiesta, todos estaban nerviosos, pero en vez de eso, se subieron al escenario.

"¡Vamos! ¡A brillar juntos somos mucho más!", gritó Don Rabanito mientras iniciaban el acto.

Y así, mientras las burbujas de Doña Esponga volaban, los movimientos de Don Rabanito hacían que todos aplaudieran en ritmo, el ilusionismo del Gato creadas por su magia encendía la atención del público, y la canto de la Sra. Calabaza se alzaba con fuerza, acompañada de los coros de los niños.

Todos los problemas que antes parecían grandes, se desvanecieron en el aire, y aquella Gran Fiesta de las Sombrillas se convirtió en una explosión de alegría, color y amistad.

Al final de la fiesta, con las sombrillas llenas de colores brillantes ondeando al viento, se dieron cuenta de que cuando unimos nuestras fuerzas, cualquier desafío se convierte en una oportunidad para brillar juntos.

FIN.

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