La Fiesta de las Sorpresas
Había una vez un niño llamado Josué Yataco, quien estaba muy emocionado porque hoy era su cumpleaños.
Desde temprano en la mañana, Josué se levantó con una gran sonrisa y decidió ir a buscar a su mejor amigo, Martín, para saludarlo. Josué caminó por las calles del barrio hasta llegar a la casa de Martín. Sin embargo, al llegar se dio cuenta de que no había nadie en casa y todas las luces estaban apagadas.
Josué comenzó a sentirse preocupado y asustado. El corazón de Josué latía rápidamente mientras pensaba qué podría haberle pasado a Martín. Decidió subir corriendo las escaleras hacia el segundo piso de la casa para buscarlo allí.
Pero cuando llegó arriba, no encontró nada fuera de lo normal. Bajando nuevamente las escaleras, Josué sintió un ruido proveniente del salón principal. Con paso cauteloso, se acercó sigilosamente y abrió la puerta lentamente.
Para su sorpresa, todos sus amigos estaban escondidos detrás del sofá y gritaron: "¡Sorpresa!". Josué estaba tan feliz que no podía creerlo. Sus amigos habían organizado una fiesta sorpresa para celebrar su cumpleaños.
La habitación estaba decorada con globos coloridos y había una mesa llena de regalos y comida deliciosa. "¡Feliz cumpleaños, Josué!", exclamaron sus amigos mientras le daban abrazos cálidos y le entregaban los regalos que habían preparado con tanto amor. Josué estaba tan emocionado y agradecido que no podía contener su alegría.
Todos se sentaron alrededor de la mesa y comenzaron a compartir anécdotas divertidas y a reírse juntos. Durante la fiesta, Josué se dio cuenta de algo muy importante.
A veces, las mejores sorpresas llegan cuando menos te lo esperas. No importa si las cosas no salen como uno planea, siempre hay algo bueno esperando en el camino.
A partir de ese día, Josué aprendió a valorar cada momento y a disfrutar de las pequeñas sorpresas de la vida. También aprendió que tener amigos verdaderos es un regalo invaluable. Y así, entre risas y abrazos, Josué sopló las velitas de su torta rodeado del amor y la amistad de todos sus seres queridos.
Fue un cumpleaños inolvidable que le enseñó la importancia de celebrar la vida y apreciar los gestos llenos de cariño.
Desde aquel día, Josué siempre recordaría esa fiesta sorpresa como una lección valiosa: nunca sabemos qué nos espera detrás de una puerta cerrada o en el corazón de nuestros amigos más cercanos. Lo único que podemos hacer es abrir nuestras mentes y corazones para recibir con gratitud todo lo bello que el mundo tiene para ofrecernos.
FIN.