La fiesta de Lola
Había una vez una nena perrita llamada Lola, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos campos verdes. Lola era muy alegre y siempre estaba llena de energía.
Además, tenía un gran corazón y amaba pasar tiempo con sus amigas. Un día, Lola se despertó emocionada porque era su cumpleaños. Tenía muchas ganas de celebrarlo junto a sus amigas, pero recordó que su abuela estaba enferma y no podía salir de casa.
La abuela de Lola era su mejor amiga y siempre le organizaba fiestas sorpresa llenas de amor y diversión.
Lola decidió que no podía dejar a su abuela sola en ese día tan especial para ella, así que pensó en una idea maravillosa: llevar la fiesta hasta su casa. Con mucha alegría en su corazón, salió corriendo por el pueblo invitando a todas sus amigas al plan secreto. Primero fue a la tienda de don Ramón, el dueño del supermercado local.
Lola le contó sobre la situación y Don Ramón aceptó ayudarla proporcionando todo lo necesario para hacer una gran torta de cumpleaños. Después fue a la panadería donde trabajaba Martina, una gatita muy simpática.
Le explicó la situación y Martina se comprometió a hornear las deliciosas galletitas favoritas de Lola para compartir con todos. Luego visitaron al señor José, quien tenía un jardín lleno de flores hermosas.
Le pidieron permiso para cortar algunas flores y decorar la casa de la abuela con ellas. Finalmente, se encontraron con Clara, una conejita muy habilidosa en la costura. Lola le explicó su plan y Clara se ofreció a hacer un hermoso disfraz de payaso para animar la fiesta.
El día del cumpleaños de Lola, todas sus amigas llegaron a la casa de su abuela con los brazos llenos de sorpresas. La abuela estaba emocionada al ver a tantas caras conocidas llevando alegría hasta su hogar.
La torta estaba deliciosa y las galletitas desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. Las risas llenaron el lugar mientras todos disfrutaban de la música que tocaba el señor José con su guitarra.
Lola se puso el disfraz de payaso y comenzó a contar chistes que hacían reír a todos. La abuela no podía creer lo feliz que se sentía en ese momento. Al finalizar la fiesta, Lola se acercó a su abuela y le dio un fuerte abrazo.
"Gracias por ser mi mejor amiga", le dijo con lágrimas en los ojos. "Hicimos esta fiesta para ti porque te quiero mucho". La abuela sonrió y respondió: "Mi querida Lola, eres una perrita única.
Hoy me has enseñado que el amor verdadero siempre encuentra una manera de brillar incluso en los momentos más difíciles".
Desde aquel día, Lola entendió que no importa cuán grandes sean los obstáculos, siempre hay formas creativas de mostrar amor y felicidad a quienes más queremos. Y así, Lola siguió viviendo aventuras junto a sus amigas, recordando siempre que nunca es demasiado difícil llevar alegría a los corazones de aquellos que amamos.
FIN.